julio 9, 2009

Peligro de contagio

Posted in Anecdotas, Belgica y los belgas, el Ken a 2:31 pm por La Petite en Belgique

Muchas veces me llama la atención el comportamiento de muchos belgas. Señoras que tropiezan contigo en el supermercado, dependientas de zara que mueven un perchero mientras tú estás viendo una camiseta, gente por la calle, incluso tus propios vecinos en las escaleras, el portal o el ascensor … Todos tienen algo en común, y es que evitan la mirada y el contacto como si les fueras a contagiar una enfermedad letal. Y por supuesto, tampoco se disculpan. Y muchas veces hasta los gracias suenan fingidos, como si uno estuviera recitando algo de memoria.

Pero lo de ayer fue bastante peor. Después del trabajo, el Ken y yo fuimos al súper que nos queda cerca de casa, un SPAR al que le han ampliado el horario hasta las 8 de la tarde. Mientras estábamos enfrente de la nevera escogiendo un queso para pasta, una mujer joven se plantó delante de mi para coger algo de un estante. No sé si achacar lo sucedido a algún tipo de enfermedad en la que se pierde la sensibilidad de los miembros, a la mala educación o a los estándares belgas, pero juro que esa mujer tuvo el tacón de su zapatilla deportiva clavada en los dedos de mi pie izquierdo durante varios segundos. Por supuesto ni se disculpó ni siquiera se dió la vuelta. Cuando acabó con lo que estaba haciendo, echó a andar y ahí sí que me pareció ver una mirada fugaz de reojo (y volvemos a las caras de miedo que ponen a que les puedas contagiar algo de sentido común) mientras se dirigía a los congelados.

Cuando estábamos en la cola de la caja, delante de nosotros había un señor mayor con un paraguas grande debajo del brazo, de esos que tienen una punta asesina. El señor no paraba de moverse y dar vueltas mientras el Ken y yo intentábamos esquivar la punta de metal del paraguas. Pero este belga no era maleducado, este belga estaba simplemente borracho.

5 comentarios »

  1. dragonfly said,

    😦

    Creo que poco a poco nos vamos deshumanizando. No solo por allá arriba. Por todos lados.

    Yo digo «gracias» muchas veces, es que me sale. Tengo mis momentos bordes y es para compensar.

  2. isita said,

    El problema es que no son sólo los belgas…

  3. Es cierto que eso pasa de algún modo u otro en todas partes. Pero yo no sé si es que en Vigo somos muy abiertos o ciertamente debería ser normal que uno salude al entrar en un ascensor.

    Puede que parezca exagerada, pero no soy la única que afirma que esto sucede un poco más de lo normal en este país.

  4. Fer said,

    «Las caras de miedo que ponen a que les puedas contagiar algo de sentido común»: ¡ya se sabe que estas enfermedades del sentido común son las más peligrosas de todas, porque implican pensar y ser educado!
    Como dice Isita, no creo que sean sólo los belgas, aunque también es cierto que hay culturas y culturas. A mí también me parecieron bordes los franceses, o encantadores los suecos, o serios los checos y acogedores los húngaros.
    Por no hablar de España. Menudo choque cultural (por así decirlo) fue mi llegada a Salamanca, a la recia Castilla, para comprobar que el trato de tú era una utopía y que en ninguna tienda me iban a sonreír así por las buenas.
    Y eso, para un extremeño de dieciocho años, fue traumático.

  5. arroaz said,

    Uhm… Sei o que é iso. En Berlín tamén son moi fríos, e danche as grazas mecanicamente sen mirarche á cara e porque llelo esixen as compañías para as que traballan. Senón, perde coidado que non o habían facer.

    Unha vez estampáronme unha bicicleta no S-Bahn contra a perna, e déronme ganas de dicirlle á rapaza: «Desculpe que a miña perna golpease a súa bicicleta!». Pero por non montar un show non o fixen.

    En Inglaterra a xente era en xeral máis agradable. Non podo falar demasiado de Londres, pero en cidades máis pequenas, atopas a xente que che axuda e che sorrí. Non sei se lembras o «Ta luv!». XDD!

    E si, ao voltar a Vigo eu tamén noto ese cambio. Esa volta á amabilidade. Ao voltar de Alemaña noteino moito. Alí tiña que meter eu só todo nas bolsas e ao correr para que non che miren con ganas de cuspirte na cara; aquí axúdanche, cando non cho fan directamente, danche as grazas, e algúns sorrín sen ser algo finxido.

    Pero vamos, ás veces tiven a impresión de que fóra de Vigo non é así. As veces que estiven en Santiago e A Coruña, a xente era bastante seca e altiva. E en Santiago intentan estafarte á mínima.

    Bicos costeiros!


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