junio 27, 2008

Vacaciones

Posted in General a 3:15 pm por La Petite en Belgique

Escribo estas líneas mientras pienso en escapar de aquí a toda velocidad. Hoy es mi último día antes de vacaciones y ya salgo un poco tarde. En fin, que si el Ultracatólico me hubiera pasado la información correctamente esta mañana, yo ya estaría en camino a mi casa.

A lo que iba. Hoy cojo mis vacaciones y mañana el Pequeño y yo nos vamos a pasar dos semanas con mi familia en Vigo. Ayer al salir del bar donde vimos el partido de España contra Rusia (no soy futbolera, pero me pareció un gran encuentro) nos encontramos a una pareja de antiguos conocidos míos. Él es belga y ella de Lugo. Al enterarse de que nos vamos dos semanas a Vigo se entusiasmaron rápidamente y le relataron al Pequeño las maravillas de las Rías Bajas: sus playas paradisíacas, su comida, su bebida, su estilo de vida. Si el Pequeño ya estaba convencido, estas palabras consiguieron que se emocionara aún más y no pegara ojo por la noche.

Pues eso, que en casa tendré acceso a internet pero andaré un poco ausente de la vida internetera para dedicarme más a la vida real y disfrutar de mi familia y de mi Pequeño.

Muchas gracias a todos y cada uno de vosotros por vuestros comentarios, vuestros mails y vuestros pensamientos. No voy a citar nombres porque tengo memoria de pez y se me olvidarían algunos, y porque sería injusto para todos aquellos que me siguen desde la sombra y el silencio.

Un beso grande a todos y nos seguiremos viendo con regularidad de aquí en dos semanas. Gracias por todo.

junio 26, 2008

Triple entrevista de trabajo

Posted in Circo del terror, General a 11:46 am por La Petite en Belgique

Creo que todo el que se haya pasado por aquí sabe más o menos lo que me quejo y me he quejado por mi trabajo. Bien, espero que algún día, aquél que sepa mis razones, me las vaya recordando, porque ayer fui a tres entrevistas de trabajo y ya me estoy sintiendo culpable. Memoria de pez es lo que se llama, que olvido lo malo rápido y sin pestañear.

Os pongo en antecedentes. Cierto día en que la vena de la sien me iba a explotar por el cabreo, mandé unos cuantos CV a una empresa de ingeniería que se encuentra a las afueras de Leuven, Materialise. Dos minutos después de dejar mi dirección de e-mail en sus formularios recibo un correo sobre un evento llamado Shape-IT en Bruselas. Algo así como un foro tecnológico de empleo. En él iban a estar presentes doce compañías: CSC, Keneos, Siemens, IBM, Electrabel, Capgemini, Cernum, CTAT, Atos Origin, Accenture, Eozen y Deloitte. En la página del evento, se debía seleccionar las compañías en que estaba uno interesado para ver si ellos también estaban interesados en concertar una entrevista. Un poco desesperada por mi situación e influenciada por el «marco histórico» de precariedad laboral en el que se encuentra mi país natal, por supuesto marqué las doce empresas, a las que se envió automáticamente mi CV. A los pocos días recibo una llamada diciéndome que hay tres empresas interesadas en concertar una entrevista de 15 minutos el día del evento. Me preguntan a qué hora puedo pasarme y me informan de que recibiré un mail con la hora a la que tengo que estar allí presente.

Pues bien, ayer tuvo lugar el citado evento, al que acudí a las 20:30, unos quince minutos antes de la hora prevista, así que me situé en una de las cinco o seis mesas situadas en medio de los stands mientras observaba que la mayoría de los candidatos eran hombres, mayores que yo e iban púlcramente trajeados (ande me metío?). Debo decir que parece que tengo como una especie de maldición con las entrevistas de trabajo. Si bien a la entrevista de mi actual trabajo acudí con una fiebre de 39 grados y placas de pus en la garganta, en esta ocasión me tocó ir el primer día de la regla, con la tensión por los suelos, dolor de ovarios, la cabeza medio volando y una cara de estar más muerta que viva.

Me tocaba primero Accenture, y cuando dio la hora, me acerqué al stand, donde sucedió la catástrofe. Primero, no podían entender qué hacía yo entrevistándome con ellos, ya que en mi currículum no hay NADA relacionado con SAP. Les dije que tenía experiencia trabajando, pero no en SAP, pero que estaba deseosa de adquirir conocimientos nuevos y mejorar mi CV. Me preguntaron en qué departamento de su empresa me gustaría trabajar. Pues en el de desarrollo de software, por supuesto. Sí, pero en cual? Tenemos muchos. Vaya, esto en vez de una entrevista de trabajo parecía un examen en el que la materia a estudiar fuera Accenture. Daba igual si yo tenía aptitudes o no, lo importante era Accenture. Les dije que antes de empezar a trabajar en una empresa uno sabe poco o nada acerca de ella. Por supuesto puede haber habladurías, pero es como la muerte, uno no sabe nada hasta que realmente cruza el umbral. Total, que como dije, fracaso absoluto. Me preguntaron si había visitado la web de Accenture y me pidieron una explicación de lo que era SAP. Intentaron hacerme quedar en ridículo y que vacilase. Pero no. La Petite será pequeña y tendrá apariencia de niña buena pero no es tonta. Si hay que ir a una entrevista a enfrentarse con un estúpido que te ponga trampas o sostenerle la mirada a alguien mientras te quiere dejar en evidencia, pues se hace. Vamos, que la mirada se la sostengo yo hasta al mismísimo Drácula enseñando los dientes.

Mi tiempo acabó y me levanté dándole la mano a los dos individuos y regresé a mi mesa con la cabeza bien alta y muy digna mientras hacía tiempo antes de la siguiente entrevista. La verdad habían sido un golpe los últimos momentos, pero no podía dejar que me afectaran porque tenía que encarar con actitud positiva las otras dos entrevistas.

La siguiente cita era con Siemens. Normalmente en cada mesa de los stands había dos personas entrevistando, pero en este caso sólo una de las dos sillas estaba ocupada. Me acerqué a la mesa y la mujer detrás de ella me saludó con un apretón de manos. Le dije mi nombre, me bucó en la lista y ensequida se dirigió a mí en un pulcro español para preguntarme en qué idioma prefería la entrevista. Ah, pues hablo español, inglés, entiendo perfectamente y chapurreo francés y entiendo y hablo un poquito de holandés. Vale, en inglés entonces, así de paso te oigo hablar. Vale. Se leyó mi CV y le expliqué un poco lo que estaba haciendo ahora, mi trabajo, mis estancias en Argelia, etc. Me preguntó cuál era mi nivel en programación y le conté un poco acerca de mi trabajo para Cerist, donde programé uno de los primeros sistemas de enseñanza a distancia del mundo con esas características. Después me preguntó si me había pasado alguna vez el enfrentarme a algún problema nuevo en mi trabajo. Pues por supuesto. Y qué haces en ese caso? Pues resolverlo, claro. Y en medio del desierto como que hay pocas opciones de pedir ayuda. Parece que la respuesta la dejó satisfecha. Luego me estuvo explicando un poco sobre Siemens, todo lo que hacen (que es mucho más que telefonitos) y las condiciones generales de los empleados. Cursos de especialización, buen sueldo, movilidad (tú escoges dónde quieres trabajar) y un portátil para trabajar desde casa. Sus palabras eran música celestial para mis oidos. Cuando acabamos me dijo que tanto si estaban interesados en mí para continuar con el proceso de selección, como si no, de todas maneras tendría noticias suyas. Nos despedimos con otro apretón de manos y me dirigí a otra de las mesas de «espera», esta vez sintiéndome mucho mejor.

La última entrevista era para CTAT, una consultoría. El tipo de trabajo era más parecido al de Accenture, pero la entrevista era más del tipo que yo esperaba: una serie de preguntas enfocadas a estudiar al candidato. El entrevistador en este caso era un tipo con una bonita melena morena que de lejos le daba apariencia de estar en los 30, pero de cerca sus rasgos me indicaron que estaba más bien en los 40. Me contó que él había estudiado un año en Madrid y que en una época había vivido en Leuven. Vuelta a hablar de las SAP. Le dije lo mismo que a los dos «simpáticos» de Accenture. Que no tenía ninguna experiencia en el sector, pero que quería ampliar mis horizontes y además aprendía rápido. Al momento me aclaró que casi ninguno de los entrevistados tenía ni pajolera idea sobre las SAP, pero que a él le daba igual, que lo que quería ver eran las aptitudes y actitudes del candidato. Me preguntó qué eran las SAP o la consultoría para mí y cómo afrontaría yo la situación con un nuevo cliente. Le conté un rollo tremendo de que hay que primero conocer al cliente para entonces estudiar la solución que mejor se pueda adecuar a su problema, teniendo en cuenta sus pros y sus contras, y luego tener en cuenta el precio, algo muy importante para muchos de los clientes. Mientras yo hablaba escribía tres letras en un papel: IPR. Luego me dijo que yo le parecía una persona muy analítica. Me dijo que la I era de inteligencia, el saber analizar el problema y las soluciones y saber ver cuál era la mejor. La P era de protocolo, el saber comunicársela al cliente. Pero me dijo que estas dos cosas solas no sonsuficientes para vender. Mientras decía esto, señalaba la R, a lo que yo interrumpí diciendo que entonces también era importante la relación. Me explicó que la relación con el cliente era lo más importante, el entenderlo o al menos aparentarlo, proponerle la solución que el cliente crea mejor para sí.

– Claro, hay que conocer al cliente.

– Sí, y eso es lo primero que has dicho.

Luego me explicó un poco acerca de la empresa, lo que hacían y a situación de los empleados: cursos de formación contínuamente, movilidad obligatoria (mal rollo), buen sueldo, evaluaciones cada seis meses, bonus y multitud de actividades dentro de la empresa para que los trabajadores estuvieran contentos (me dijo que se van a esquiar juntos todos los años).

Dijo que su impresión de la entrevista había sido buena, y que si yo quería concertarían una entrevista más adelante con su jefe.

Balance: Accenture mal, no cuento con nada. Siemens es mi favorito. El trabajo está más relacionado con mi especialidad y la situación laboral parece la más favorable, pues da mucha flexibilidad al trabajador. CTAT ofrece buenos sueldos y buen ambiente y fiestas dentro de la empresa, pero me huelo que a un precio bastante alto (moverse bastante, durante varios meses dependiendo de dónde estén los clientes).

Por lo pronto, hoy he recibido un mail de CTAT en el que me dicen que me llamarán los próximos días para concertar una segunda entevista, y que si ésta es positiva, me citarán una tercera vez para firmar el contrato. Y ahora es cuando me entra el miedo en el cuerpo y me pregunto si no será mejor malo conocido que bueno por conocer…

junio 23, 2008

Recuperando los clásicos

Posted in General a 3:03 pm por La Petite en Belgique

Indiana Jones
Eso llevamos haciendo los últimos domingos. Cuando nos fuimos a ver la útima de Indiana Jones al cine, el Ken me confesó no haber visto las películas anteriores. Otro día descubrí que tampoco había visto E.T. Ante esto, y aprovechando que tenemos un videoclub casi enfrende de casa, tomé la determinación de llenar esos vacíos culturales. Qué es eso de crecer sin haber visto a Harrison Ford aún en forma empuñando su látigo? o dejando que se caiga la lagrimita cuando E.T. y Elliott se ponen enfermos? Bueno, es posible que sea demasiado joven y pertenezca a la generación de Aladdin o la Sirenita, o quizá se deba a la ausencia de televisor en su más tierna infancia.

Constantemente se dicen frases del estilo: «La tele-basura», «la caja tonta» o se repite la tan consabida frase de Groucho Marx «Encuentro la televisión muy educativa. Cada vez que alguien la enciende, me retiro a otra habitación y leo un libro». Estoy de acuerdo en que hay mucha porquería en la tele, y es un fenómeno que va a más. Pero no podemos negar que la vista y el oído son los sentidos que tenemos más desarrollados y hemos de hacer uso de ellos. Es fácil caer en la trampa de la telebasura y hacerse adicto a ella de forma compulsiva, por lo que considero importante una correcta educación audiovisual. Si de niños nos gustan los libros de aventuras por qué no nos van a gustar también las pelis de aventuras? Leer es bueno, refuerza el lenguaje, pero es una actividad meramente individual (si no es con lecturas sincronizadas como las que propone Omanero). Ver una película en familia puede ser una excusa para pasar un rato juntos y entablar un posterior diálogo. No sólo para aprender valores como la amistad (en E.T. se ve claramente) o la justicia, sino para pasar un buen rato en familia y compartir una afición.

Cuando pienso en E.T. recuerdo el ir con mis padres a aquel videoclub que tenía tantas pelis, recorrer las estanterías juntos y decidir con la ilusión en la mirada. Pensar en en Indiana Jones y el templo maldito me recuerda a tardes interminables en cama con fiebre y dolor de garganta con mi madre al lado avisándome de que la siguiente escena iba a ser un poco desagradable pero que «no era nada». Como otra vez que tenía tanta fiebre que me cansaba leyendo y mi padre me leía en voz alta parte de las aventuras de «El Clan del Oso Cavernario».

No sólo se trata de pasar un rato divertido, sino el hacer cosas juntos. Parte de este «legado histórico» que llevo a mis espaldas y que me hizo compartir momentos y anécdotas con mis padres y hermana, intento compartirlo ahora con el Ken (y así de paso me veo las pelis en su versión original), así que los domingos después de la limipieza general visitamos el videoclub de nuestra calle en búsqueda de aventuras. Por cierto, le encantaron las de Indiana Jones y se emocionó con E.T. 🙂
ET

junio 20, 2008

El cuervo solitario y el cumpleaños del Ken

Posted in el Ken, Reflexiones a 11:52 am por La Petite en Belgique

Esta mañana, al venir al curro y pasar por la curva cerrada en una diminuta carreterita en medio del campo por la que paso todas las mañanas y parte de los mediodías que voy al súper, volví a ver al cuervo solitario. En esa curva hay un espejo convexo destinado a poder ver si viene alguien de frente y no pegarse la torta. Bajo el espejo hay un gran seto recortado en forma de paralelepípedo de tal forma que nuestro cuervo solitario puede ponerse de pie sobre el seto y observarse en el espejo de cuerpo entero mientras le da besos y achuchones a su imagen. Ya había visto al cuervo anteriormente, pero es que esta semana lo he visto todos los días. E incuso uno de los días, el cuervo solitario consiguió la compañía de un cuervo real para que fuera con él a ver su hallazgo: el otro lado del espejo.

Este cuervo me recuerda a esos pájaros que pasan su vida solos porque su dueño los condena a eso, pero que a cambio les da un espejo para que puedan disfrutar de la compañía. Hasta el más ignorante sabe que la soledad puede ser dañina, y por eso buscan sucedáneos como espejos para mirarse en ellos, televisores para adormecer el espíritu o dinero para acallar el alma.

Yo ya me di cuenta de esto hace meses. Yo, individualista casi por definición, solitaria por elección e independiente por vocación. Yo me di cuenta de que la soledad no escogida me hace daño.

Pero tuve la suerte de un buen día encontrar un buen espejo en que mirarme, un espejo que me dijera lo que soy; y esta vez encontré un espejo de carne y hueso. Un espejo en el que al principio era un poco difícil mirarme, los contornos eran raros y no entendía lo que veía. Pero ahora he aprendido a descifrar la luz que refleja, los contornos que dibuja y veo que me ofrece mucho más que un simple espejo. Es una puerta abierta como el espejo de Alicia, es un paso a un nuevo mundo.

Ayer fue el cumpleaños de esta persona especial que ahora llena mis momentos, mi casa, mis pensamientos y mi corazón. Aún ayer y anteayer volvimos a llorar juntos por un tonto malentendido. Pero no llorábamos por el malentendido en sí, sino por el esfuerzo que estamos haciendo por entendernos. Sé que el corazón se le rompe cuando hace o dice algo que me disgusta, y sé que nadie (exceptuando mis viejos amigos de toda la vida o mi familia) se esfuerza tanto por mi bienestar… aunque alguna vez le salga mal. Es la primera persona que me ha dicho que quiere entenderme en mis días malos, ver cómo funciona mi mente en esos terribles momentos y siempre estar a mi lado.

A más de uno puede parecerle precipitado los pasos que estamos dando, pero yo nunca he estado más segura en mi vida de estar caminando con alguien que realmente lucha por hacerme feliz. Tendremos malentendidos de vez en cuando, pero el Ken es una de las pocas personas que he conocido que tienen de verdad un corazón puro. Es imposible no quererle.

Curiosidades del mundo

Posted in Análisis patrocinados a 10:54 am por La Petite en Belgique

[Éste es un análisis patrocinado propuesto por zync para ‘Viajes y Turistas’]

Viajes y turistas, blog dedicado a este tema y cuyo epígrafe reza «Los mejores viajes y destinos para tus vacaciones» es más bien un blog que cada día nos deleita con cinco curiosidades pertenecientes a destinos turísticos. Se recorren los cinco continentes y los artículos están ilustrados con una o dos excelentes fotografías.

Para descubrir maravillas y curiosidades acerca de un país o una ciudad es una excelente web, pero si una web o blog se hace llamar «Viajes y turistas», el usuario quizás exija algo más. Los artículos son demasiado escuetos y a menudo no son escritos objetivamente. Algunos de ellos no están demasiado bien cuidados y quizá el usuario final agradeciera información más precisa y/o algunos links que lo dirigieran a algún sitio web con más información.

En resumen:

  • El blog está bastante bien estructurado, con categorías claras con las que el usuario no se perderá.
  • Los artículos son curiosos y revelan detalles desconocidos para el individuo medio.
  • La información está presentada como un diario de viaje.
  • Pero la información presente en ellos es insuficiente y poco precisa para que realmente pueda ser una guía para planificar un viaje.
  • Se echa de menos el que haya más links hacia páginas con más información.
  • Los artículos están elaborados por escritores amateurs y el estilo es en ocasiones poco cuidado, abundando las opiniones. En general se observa poca objetividad.

Yo, humíldemente, propondría el olvidarse de medias tintas y decantarse por lo uno o por lo otro: o un diario de viajes, con más fotografías, anécdotas y artículos más largos; o un blog destinado a planificar viajes, con información precisa y detallada y links hacia páginas relacionadas. En cualquiera de los dos casos, yo abogaría por pulir el estilo y cuidar al máximo cada artículo.

De todas formas es interesante pasarse por la web de Viajes y turistas para descubrir multitud de curiosidades que nos esperan si decidimos recorrer mundo.

junio 18, 2008

La rendez-vous del lunes o como afrontar una reunión de trabajo

Posted in Circo del terror, Curro a 10:29 am por La Petite en Belgique

Finalmente la tan esperada reunión acerca de mi situación laboral tuvo lugar el lunes por la mañana.

El ultracatólico vino a buscarme al despacho con cara de culpable y diciéndome que se dijera lo que se dijera en la reunión, él quería conservar una buena relación conmigo.

– Eso signifa que lo que se diga va a ser malo.

– No sé, puede.

Pasamos por el despacho de la de RR.HH./hija del jefe/la loca y fuimos a esperarla a la sala de reuniones. La loca tiene la manía de romper trozos de papel de una libreta de cuadrícula y comérselos en medio de las reuniones.  Pasados cinco minutos en que ella terminaba lo que estaba haciendo, se vino también a la sala portando una carpeta con papeles dentro (serán los papeles con la subida de mi sueldo? pobre ilusa). Yo me senté a la cabecera de la mesa, quedando ellos uno enfrente de otro, a mi derecha y a mi izquierda. Nada de que se sentaran juntos y yo enfrente como si me juzgaran. No. Yo presido la mesa.

Ella empezó diciendo que yo me quejaba de mi sueldo y es entonces cuando saca la carpeta para indicarme lo que la empresa se está gastando en mí en cosas como el coche (parte mentira, porque 200 euros de mi sueldo se van ahí), la tarjeta para la gasolinera y el teléfono. Sin mirar siquiera los papeles le dije que ese dinero no me importaba lo más mínimo, dado que al banco tampoco le importaba en cuando a darme un crédito. Que estaban muy bien todas esas ventajas, pero que para mí no tenían ningún valor real más allá de su simple uso. Que el que llegue a fin de mes justa no es mi único problema. Que no pueda pedir un crédito si me quiero comprar un piso es un problema a la larga más importante. La loca se queda boquiabierta y mira al Ultracatólico diciendo:

– Bueno, parece que no quiere ver estos papeles.

– No, me parece que no.

Luego se dirige a mí otra vez y me pregunta qué más puntos quiero aclarar.

– Creo que ya hablé con los dos por separado y dije todo, con lo que no tengo nada más que añadir. Creo que la reunión era más para escuchar vuestra parte.

La loca vuelve a abrir la boca y se queda muda. Mira al Ultracatólico. El Ultracatólico es un poco más rápido de reflejos que ella y comienza a enumerar lo que ya les dije la otra vez a ambos por separado.

– La prima por los viajes a Argelia, las horas extras, el sueldo bajo, el horario, …

La loca me mira y me dice que la prima por los viajes a Argelia es imposible. Que si me paga algo a mí, tiene que darle algo a los demás también (3 personas más). Respondo que por supuesto.

– Pero es que nunca estuvo previsto nada así, nunca pensamos en ello. Y no puedo pagarle a todos…

– Pues mira que bien, ya es hora de que vayáis pensando en ello. Los tiempos cambian y es hora de pensar en cosas nuevas. En otras empresas lo han pensado ya hace tiempo.

En esto salta el Ultracatólico:

– Yo cuando voy a Argelia veo que gasto mucho menos. Está bien, no?

– Es entonces una ventaja el irse a Argelia. Yo aunque no esté en casa tengo que pagar el piso.

Boquiabierta otra vez. El Ultracatólico se sonríe por debajo de la nariz.

Pasa luego a hablar del sueldo. Me pregunta cuánto pido.

– Cuánto me ofreces?

Boquiabierta otra vez. Dice que tiene que pensarlo y hablarlo con el jefe. Ya sabía yo que iban a quedar cosas en el aire. Luego me explica que para subirme 100 euros, la empresa tiene que poner 200 (mierda de impuestos en Bélgica) y que eso es mucho dinero. Le digo que eso no es mi problema.

– Y esto es una empresa pequeña…

– Tampoco es mi problema. Sé que en otros lados las condiciones son mejores, y sé que este año hay demanda de ingenieros.

– Pero no te podemos retener a cualquier precio…

– Lo sé, cada uno tiene que sopesar su parte. Y si no puedo más, me iré.

Boquiabierta.

– Mira, la subida no sé, tenemos que verlo y no te puedo prometer nada ni hacer milagros…

– Yo tampoco.

– Pero lo que sí te puedo ofrecer son bonos para la comida, canjeables en el supermercado y restaurantes, por valor de 5.90 por cada día de trabajo al mes.

– Y si estoy en Argelia?

– Ah, supongo…

– Y los fines de semana?

– Los fines de semana no trabajas.

En esto el Ultracatólico contesta:

– En Argelia, sí que trabaja los fines de semana.

– Pues tendré que preguntar si se puede, si es legal.

– Que tienes que preguntar si el legal el recibir bonos los findes o si es legal trabajar los findes.

– Ah… los bonos, claro.

Pero yo noté un silencio demasiado prolongado.

En esto suena el teléfono y la loca atiende a grito pelado:

– Alguien se ha muerto!!!???? No? Alguien se ha muerto!!!!????? Pues estoy en una reunión!!! Después, Melanie!!!!!

Y cuelga. Melanie es una de las hijas de la loca. Pasada la interrupción sigo:

– Lo de los bonos está bien, pero no es dinero que entra en la cuenta, no es dinero que al banco le sirva para darme un crédito.

– Bueno, no exactamente, los bonos cuentan…

Luego pasamos a hablar del horario. Está claro que las horas extras tampoco me las quieren pagar, pero hice hincapié en lo de que el horario era matador a veces. A lo que el Ultracatólico respondió rápidamente ante la sopresa de la loca:

– Sí, tienes que reconocer que el horario es muy malo, que salimos tarde y todas las tiendas están ya cerradas, y que en invierno ni siquiera podemos ver ni un poco de claridad en el cielo.

Aclaro, la loca tiene un horario especial por ser madre, o séase, que sale a las 4 de la tarde. El ultracaólico sigue:

– Y yo daría lo que fuera por pasar más tiempo con mis hijos, y La Petite también tiene una vida privada. Y podríamos entrar más temprano, o comer en menos tiempo y salir antes. Pero yo ya le planteé esto al jefe y me dijo un «no» rotundo, y La Petite parece que tuvo la misma suerte. Y además, la razón fue una simple excusa.

A lo que yo añado:

– Porque aquí el horario es de 9 a 6 o 6 y algo, pero nunca 6 menos algo. Son siempre 9 horas (contando la de comer) o más, pero nunca menos. Y eso es algo que no entiendo. Debería ser compensable.

La loca sigue boquiabierta.

Luego pasamos a hablar de mi conversación de hace dos meses con el jefe y de su actitud hacia mí durante este tiempo.

– Mira, te voy a explicar como es mi padre…

– Mira, no me importa cómo es tu padre, puesto que es tan solo mi jefe, y que yo sepa aquí soy sólo una trabajadora, no vengo en busca de amigos.

– Mi padre es difícil a veces, cómo también es el tuyo, y lo sabes.

– De verdad que no sé que pinta mi padre en todo esto. Creo que esta conversación está fuera de lugar. Aquí vengo sólo a trabajar y mi vida privada y mis amigos son otra cosa.

El Ultracatólico salta:

– Es verdad que al jefe sólo le importa la empresa y le vida privada no existe para él, y cree que tampoco debería existir para nosotros.

La loca se queda sin palabras por enésima vez. Luego continúa:

– Es que mi padre…

Las últimas conclusiones es que:

  1. El jefe se comporta un tanto puerilmente porque no osa hablar conmigo porque no quiere enfrentarse al problema de que le diga lo que pienso.
  2. La loca se va a leer el reglamento porque no se acuerda de nada (dudo que se lo haya leído nunca) para ver si podemos hacer algo con el horario.
  3. Va a preguntarle al jefe qué hacemos con mi sueldo (el jefe nunca viene a reuniones en las que se hable de pasta, por lo que se reafirma en su actitud del avestruz).
  4. A fin de mes me darán los bonos de comida de este mes.
  5. Yo les repito que es bueno que yo les esté dando ideas en que pensar, que a veces es bueno reflexionar sobre las condiciones y los trabajadores. Y que estaría bien que se preguntaran porqué casi nadie aguanta más de año y medio aquí.

Y eso es todo, amigos, al menos por el momento. Teóricamente en un par de días a partir del lunes (o sea, hoy) deberían decirme algo del sueldo. Eso significa que con suerte a principios de la semana que viene sepa algo. Y como le dije a la loca: «Bueno, ya iremos viendo».

junio 16, 2008

Mi versión sobre la amistad del Spanish Ghetto

Posted in Finde moments, Reflexiones a 12:36 pm por La Petite en Belgique

y las vueltas que da la vida…

Hace ya un año, nueve meses y catorce días que he aterrizado por primera vez en este país. Me vine a estudiar, hacer el PFC, lo que significaba acabar mi carrera. Con esto de internet, que acorta distancias y hace florecer la amistad en los sitios más recónditos, encontré varias personas con las que podía hacer «migas» allá. Una de esas personas fue Estrella, catalana que se iba a Lovaina por un año para hacer un master.

Estrella llegó a finales de septiembre, con la mala pata que Ryanair le había perdido las maletas con todas sus pertenencias que finalmente aparecieron dos días después. Estrella durmió una noche en mi casa (yo ya llevaba tres semanas en tierras belgas y ya tenía hogar) pero mientras buscaba sitio donde vivir, se alojaba en un monasterio en las afueras. Allí conoció a Pablo, madrileño de pura cepa, y a Jaralambos, nuestro griego preferido. Poco tiempo después hubo tres incorporaciones más al grupo: Laura (murciana), Nuria (Valisoletana) y Miguel (gallego). Más tarde llegó Alex, otro murciano. Se sumaron algo más tarde unos cuantos más, españoles exiliados que buscaban calor. Nos mezclamos un poco con la fauna local y también internacional, pero ya se sabe que aunque no tengamos mucha conciencia nacional, el español, vaya donde vaya, se «arrejunta» a sus patriotas formando una piña más compacta que la que forma una familia. Salíamos juntos, cocinábamos juntos, comíamos juntos y festejábamos todo lo festejable e infestejable juntos. Era agradable descubrir ciertas señas comunes de identidad en medio de un país donde eso de comer no se ve una como actividad social. Fue cuando descubrí que en España comemos bien no sólo por la buena materia prima sino también porque queremos comer bien. Descubrí, a muchos kilómetros, que en España la vida se para a la hora de comer, y que álimentamos en igual cantidad el espíritu y el estómago. Porque nos gusta compartir. Compartimos los ingredientes, cocinamos juntos y finalmente nos sentamos todos juntos a saborear lo que entre todos hemos preparado, siempre acompañado de buen vino.

Hay momentos inolvidables del Spanish Ghetto, como nos hacíamos llamar. Innumerables comidas, cenas, cafés post-comida, noches de chupitos, noches de cerveza, noches de charlas interminables, ésas que el alcohol hace más honestas, ésas en que el alcohol aproxima a las personas. Durante ese inolvidable año se hicieron muchas promesas del tipo «amigos para siempre», «encuentro anual no importa donde cada uno esté» y «yo siempre estaré para ti». Promesas que la juventud provoca (yo era la mayor del grupo) y la euforia sostiene.

Poco a poco casi todos se furon yendo, todos excepto tres que nos agarramos con uñas y dientes al país cuando el momento de partir se acercaba. El primero en irse fue Pablo. Una partida trágica y repentina. La madre de su novia se estaba muriendo, y mucho master y mucha juerga, pero donde él de verdad hacía falta no era aquí, sino allí. Despedida por todo lo alto, cena, fiesta y marcha hasta que el sol nos sorprendió por la mañana. Lloros, abrazos y promesas.

Poco a poco el resto fue desapareciendo también. El año escolar se había acabado y había que retornar a la vida real. Y como decía, nos quedamos tres. Aquí es cuando voy a reconocer que aunque formáramos todos un grupo más o menos homogéneo, digamos que en toda salsa hay grumos. Desde niña siempre he sido «la que no encaja», la rara, la que por algún motivo es diferente. En este caso la excusa que busqué para reconcer que no encajaba como los demás era la edad. Por supuesto que tuve grandes momentos y los quería a todos y cada uno a mi manera, pero nunca tuve esos ataques de efusividad del tipo «amigos para siempre». La distancia y el tiempo aleja a las personas, y eso no hay juventud que lo palie. Será que la edad te hace ver cosas. No sé.

Quedamos tres: Laura, Estrella y yo. La partida del Spanish Ghetto fue triste, sobre todo por el hecho de que aunque yo tenía más amigos, los chilenos, (no le di exclusividad al Spanish Ghetto y supongo que eso me hacía diferente al resto), a partir de ese momento me iba a sentir mucho más sola. Laura y Estrella dijeron que no, que todo iba a salir bien, y que haríamos cosas juntas y que seríamos «amigas para siempre». «Qué bien», me dije yo, una nueva etapa, pero no necesariamente peor.

Estrella llevaba ya varios meses saliendo en serio con un Belga y Laura estaba en trámites de por fin hacer realidad su amor. Y quedaba yo, la soltera diferente. Se acercaba el otoño, el fin de los contratos de los pisos, la búsqueda de nuevo piso, la mudanza. Ellas buscaban algo para las dos. Yo buscaba algo para mí sola. Encontré un estudio muy mono, pero que tras dos semanas sin noticias me denegaron por ser española. Me quedé sin nada, mediados de septiembre y desesperación. Estrella me ofreció irme a vivir con ellas, buscar algo para las tres. Oye, pues no es mala idea. Yo puedo ser rara, y eso de convivir se me puede dar mal, pero puse esperanzas en la convivencia con ellas… hasta que un día encontraron una casa para ellas dos y de repente ya tenían el contrato firmado.

Por suerte soy una mujer de recursos y no me rindo sin antes luchar. Así que encontré mi actual estudio de 35 metros cuadrados, muy bien situado y acogedor, con unos dueños majos y sitio para aparcar el coche en calles cercanas.

La vida siguió y poco a poco fui perdiendo el rastro a las dos «amigas para siempre» que ya tenían novio belga. Las llamé en multitud de ocasiones pero poco a poco fueron respondiendo menos al teléfono y nunca devolviendo las llamadas. La mala suerte quiso que el timbre de su casa no funcionara y fuera necesario llamarlas por teléfono para que me abrieran, porque ello provocó que me quedara de puertas afuera en más de una ocasión que pasaba por la zona y quería hacerles alguna visita. Traté entonces de establecer contacto sucesivas veces por msn pero con los mismos resultados.

Diciembre llegó, y con ello, mis amigos chilenos desaparecieron por plazo de un mes y pico mientras visitaban a sus familias. Me quedé sola. Y las dos «amigas para siempre» seguían desaparecidas. Yo seguía llamando, ellas seguían sin responder. Laura fue abandonada por su novio y se encerró en si misma. Salí en su ayuda, hacer cosas juntas, ir a nadar. Nada. Le recriminé que nunca me cogiera el teléfono, pero es que «como ahora mi ex ya no me va a llamar, me da igual quien me llame». Estrella seguía (y sigue) felizmente emparejada, por lo que no necesitaba de nadie más en su vida.

Y así fue pasando el tiempo. Llegó un momento que me cansé y yo también dejé de llamar. Luego apareció el Ken en mi vida y los momentos de soledad se llenaron. Seguí frecuentando a mis amigos chilenos y empecé a sentir que vivía una vida más auténtica.

Pero hace unas dos semanas Laura me escribió por msn, con motivo de su cumpleaños y el de Estrella (que no sabía ni si seguía viva) y que se iba a celebrar una «cumbre Spanish Ghetto». Que ya estaban todos avisados y que si yo podría alojar a alguien. Vaya, pensé yo, me lo está diciendo ahora, y toda esa gente que no está aquí ya ha tenido tiempo de sobra para comprarse el billete de avión. Lo que son las cosas. Eso es ser el último de la fila y lo demás son tonterías. Hice algún comentario al respecto pero sólo contestó algo del estilo «es que fue todo muy rápido». Sí, pensé yo, pero esa gente tuvo tiempo de comprarse ya el billete de avión, y yo que vivo a 10 minutos en bici de tu casa no sabía nada. Lo dejé pasar.

Dos días antes del acto, que tenía lugar este sábado (hace dos días), recibí un mail con múltiple destinatario sobre la fiesta. Querían organizar algo chulo, ambientado en los 50’s. Vaya, y me avisan con dos días de antelación. Pues qué quieren que haga? He llamado a Laura unas cuantas veces en estas dos semanas y ni una me ha cogido el teléfono. Por desgracia ese mismo día tenía también el cumpleaños del mejor amigo del Ken y una barbacoa del grupo de Swing que pagué hace ya dos meses. Difícil, día estresante.

Tenía muchas ganas de ver a Nuria (la vallisoletana) y hablar con ella, por lo que decidimos tomarnos un café después de comer en el centro. Le dije al Ken que se viniera y de paso se conocían. También se vino Alex (murciano), dándome una gran alegría. Luego cogimos el coche para ir a la barbacoa, de la que nos fuimos temprano para ir el Ken a ver el partido con su amigo y yo a la casa de las dos «amigas para siempre» para ver al resto. Luego me iría al otro cumple. Pensé que era una forma más o menos equitativa de repartir la noche.

Llegué a la casa de las dos «amigas para siempre» y veo con alegría que seremos unas 20 personas. Alegría al ver a Pablo, a Miguel, a Inés, a Rocío, a Jaralambos. Qué recuerdos. A las dos amigas les llevé una botella de uno de los mejores vinos que encontré. Me parecía hipócrita llevarles otra cosa. No sé que es de sus vidas, sus sueños, sus necesidades. No sabría qué regalarles. Ni gracias, ni qué bien que estés aquí, ni cuánto tiempo ni nada de nada. Laura me dirigió un cortés y gélido «hola» y Estrella ni me dirigió la mirada cuando pasó a dos centímetros de mí. Hablando con algunas personas, me confesaron que sentían el ambiente enrarecido. Yo tenía los ojos como platos. Ni siquiera tuve ocasión de participar en el brindis multitudinario. Me acerqué a Nuria y le dije que me iba. Que había esperado quedarme más, pero que me sentía tan incómoda que no podía. Que había venido por los viejos amigos, pero que la situación era demasiado para mí. Con lágrimas en los ojos me dijo que no entendía lo que estaba pasando (al parecer hubo comentarios sobre mí) y con la lágrimas en los ojos le respondí que yo tampoco. Me despedí de tres o cuatro personas (no de las anfitrionas, total, yo era invisible para ellas) y me fui.

Llegué al bar donde estaban el Ken, su amigo y los chilenos y la recepción fue totalmente distinta. Besos por doquier, sonrisas y bromas. Conversaciones distendidas, felicitaciones repetidas al homenajeado y camaradería. Un par de abrazos del Pequeño y se me fueron los males. Hay cosas, que de verdad, no merece la pena perder el tiempo recordándolas.

Tuve una decepción muy grande el sábado, una decepción que me causó gran dolor (si al menos supiera qué he hecho mal…). Pero también descubrí que todo en esta vida evoluciona, y hemos de quedarnos con lo bueno. Los amigos, para bien o para mal, han de pasar esa criba, y es ley de vida que muchos se queden en el camino. Pero no por ello dejaré de dar todo lo bueno de mí cuando conozca a alguien.

junio 11, 2008

Y sigue escurriendo el bulto

Posted in Circo del terror, Curro a 12:56 pm por La Petite en Belgique

Hace un rato ha venido la de RR.HH. (hija del jefe) para comentarme que el viernes habrá una reunión para hablar de mi descontento aquí últimamente. Los asistentes serán ella misma, el Ultracatólico y yo. La semana pasada ella me había prometido una reunión con cuatro participantes: los anteriormente citados y el jefe. Pero parece que sigue teniéndome miedo y necesita enviar a sus lacayos.

Así que volveré a tener las mismas conversaciones que tuve viernes y lunes y con las mismas personas, pero esta vez juntas. A ver si me doblegan, ja. El hecho de tener al jefe como factor novedad le resta todo interés a la reunión. Total, a todo lo que exija se me va a responder: «bueno, eso hay que hablarlo con el jefe». Y las cosas que traigan habladas de antemano no las moverá ni Dios.

Tendré que practicar estos días en hacerme la dura…

El Ultracatólico y su fe

Posted in Circo del terror, Curro a 10:17 am por La Petite en Belgique

Por fin tengo un día más o menos tranquilo en el trabajo y puedo postear un poco. El tema, lo siento, sigue siendo el curro, el curro y el maldito curro.

Lo llevo mejor por momentos, pero entre la semana pasada y el principio de ésta hay días que pienso que ya no me quedan más fuerzas para seguir luchando por esta mierda. En casa las cosas bien. A veces se me hace raro que ese espacio que sólo me pertenecía a mí ahora esté ocupado por alguien más. El pequeño estudio está impregnado también por su esencia. Es raro a veces, pero reconfortante la mayor parte del tiempo. Al menos es un buen antídoto contra mi mal humor.

El lunes el Ultracatólico volvió de su semana de vacaciones en bici. Sé que tenía ganas de estas vacaciones y no más tarde, porque su mujer está ya de siete meses (no sé lo que es estar embarazada y me pegunto yo si eso de pasarse una semana pedaleando a lo bestia será bueno cuando se tiene un bombo de siete meses, pero bueno, ya sabemos cuánto piensa el Ultracatólico en los demás).

Nada más llegar ya intercambiamos una serie de palabras poco agradables. Él no entendía mi enfado de la semana anterior y yo seguía con ganas de sacarle los ojos. Le expliqué entonces mi trabajo en el desierto, lo de las 16 horas seguidas, etc. y entonces ya fue entendiendo un poco más. Le dije que estaba llegando a mis límites y entonces se me acabaron derramando las lágrimas por tercer día consecutivo en el trabajo (sin contar el finde, que el sábado también le di bien). El Ultracatólico se quedó de una pieza ante el espectáculo. Debo aclarar que él me considera una persona dura, trabajadora y valiente. Así que digamos, se quedó sin palabras.

También le dije que aparde del hecho de que me sintiera explotada por el número de horas que trabajo normalmente en Argelia, cobraba una mierda y me sentía poco valorada. El Ultracatólico será muy inteligente a veces, pero otras parece corto. En una ocasión me dijo algo así como que «la gente buena es pobre», así que tuve que aclararle que mi deseo no es ser rica sino que se reconozca mi trabajo y vivir dignamente. Que este es un país muy caro, los alquileres están por las nubes, apenas ahorro y no tengo familia en este puto país que me pueda ayudar si de repente las cosas se ponen feas (que sí, que hay internet, vuelos y cuentas bancarias, pero como diría Alejandro Sanz: no es lo mismo). Y que además de no cobrar, el jefe no había dicho una sola palabra amable o de ánimo en los últimos dos meses. Que todo el mundo elogió mi trabajo en Cerist (algunos dicen que es el segundo sistema de educación a distancia de este tipo en el mundo, con Australia en el primer puesto) pero que el jefe no había soltado ni pío. O sea: ni me paga ni me reconoce el trabajo de manera simbólica. Pues así no, que una se cansa. El Ultracatólico me explicó que el jefe no es que esté realmente enfadado conmigo, sino que me tiene miedo. Desde la conversación que mantuvimos hará casi dos meses, parece que me he convertido en algo parecido a una piedra en el zapato. Soy alguien que le recuerda que está siendo un tirano y, como es cobarde, pues prefiere ignorarlo, mirar para otro lado y hacer como que no pasa nada. Pues sí que pasa! y mucho! Si hay algo que odio, además de la falta de respeto, es a los cobardes. No es que yo haya pasado por muchas penurias en mi vida (aunque sí algunas) pero lo que sé es que hay que luchar; y el ser cobarde, mirar para otro lado y dejar que otras personas te salven el culo es una actitud que para mí merece el mayor de los desprecios. Mi jefe, un señor de 65 años, que ha vivido de todo, que ha pasado por mil cosas, que es empresario desde muy joven. Ese señor me tiene miedo a mí? Yo, una casi recién llegada, joven y extranjera. Ese señor lo que tiene miedo es que alguien le diga cómo son las cosas, darse cuenta de que la situación no es idílica y que se le rebele el resto del personal, porque entonces va a dejar de tener los beneficios que tiene.

Pasé entonces a la parte B de mi exposición (parte que los dos téncicos, el otro 50% de la empresa apoyaron por unanimidad). Le dije al ultracatólico que si no cobraba extras a lo mejor me negaba a trabajar otra vez 16 horas seguidas. Me respondió que entonces él las hará.

– Sin cobrar un duro?

– Sí.

– Sabes que así no sólo te perjudicas a ti sino también al resto?

– Sí y sé que entonces, otra vez, el jefe gana, pero no me gusta el chantaje.

– A mí tampoco, cuando me lo hacen a mí.

Ayer martes hubo otra conversación interesante. Resulta que la semana pasada me envió un mail de trabajo, con unas instrucciones, y en esas instrucciones había varios errores, uno de los cuales me imposibilitó hacer una parte del trabajo porque no disponía de la información necesaria. Lo hablé con él.

– Sí, lo siento, pero ese mail lo escribí el domingo por la tarde, y estaba cansado porque había trabajado toda la tarde.

– Eso es lo que pasa cuando uno trabaja en domingo. Quizá no deberíamos trabajar el fin de semana…

– Sí, pero si no trabajo el fin de semana, el cliente no queda contento y la empresa puede ir a la bancarrota.

– Creo que en ese caso no sería tu culpa, y de todos modos el preocuparse de si la empresa va a la bancarrota y poner medios no es algo que te corresponda a ti…

Después de un silencio de diez segundos, el Ultracatólico pareció perder su fe, miró al suelo y dijo que yo tenía razón.

Pero yo sé que aunque haya mostrado debilidad, seguirá yendo a misa a diario y arrastrándose por el suelo mientras el jefe sale ganador y nos hunde a los demás en su miseria.

junio 7, 2008

Vacío e inseguridad

Posted in el Ken, Finde moments, Lonely moments, Post-marcha moments, Reflexiones a 12:07 am por La Petite en Belgique

Acabo de llegar a casa de estar con unos amigos, y mi estudio está vacío. No es verdad literalmente. Está lleno de mis cosas, de sus cosas, pero él no está. El domingo es el día del padre aquí en Bélgica y se ha ido a casa de sus padres, pero se viene mañana sábado. Hoy no he ido a trabajar. Al final, al ver que estaba llegando a mi límite, me lo han dado libre. Así que pude atender al técnico de Telenet que vino a casa sobre las 11 a arreglarnos la tele y pude ir a la oficina internacional a ver cómo va lo de la admisión en el master. Entre una cosa y otra recibo una llamada del Ken para preguntar cómo va la mañana y ver si al final me da tiempo de ir a la oficina. Es un cielo.

La tía de la oficina resulta ser una bruja. La típica burócrata con una sonrisa como el cemento armado, imperturbable, pero que sería capaz de insultarte a la cara al mismo tiempo. Lo único que saco en claro es que aún no es tarde para enviar los últimos papeles.

Los dueños del estudio no contestan. Quiero renovar el contrato para el año que viene y antes de llamar a la agencia me apetece hablar con ellos.

Como una ensalada, pan y queso. Estoy agotada. Ayer la peli en el Cuartel General acabó demasiado tarde. Me tumbo a dormir la siesta con intención de levantarme a una hora respetable para ir a la FNAC a comprarle el regalo de cumpleaños al pequeño: «Calvin & Hobbes. The complete collection». Me dejo el gorro que uso para la lluvia en la FNAC, los libros apenas caben en las alforjas de mi bici y llueve. No es sólo que llueva, hay tanta humedad que uno casi podría ir nadando.

A eso de las 6 de la tarde me llama el Ken. Que acaba de salir de currar y en ese momento está entrando en el coche del hermano para irse al pueblo. Que si todo anda bien, y que vuelve mañana para hacer la compra semanal y lo que venga. Sonrío y cuelgo. Llamo a mi madre. Hoy pensaba llamar a mi padre pero no ha podido ser, no encontré el momento ni el ánimo (aún no le he dicho que voy el 28 ni que voy acompañada). Mañana, me digo.

Me llama Pedro. Que si me apetece ir a cenar con ellos. Claro. Como tengo algo de tiempo bajo al sótano. Tengo que hacer algo de sitio para que el Ken pueda meter sus ropas y el resto de sus cosas en algún lado y vivir dignamente.

Al final cenamos fuera. Somos 5. Dos parejas y yo. Echo de menos a mi rubio. Le mando un sms. No contesta. Habrá salido con los amigos, y tal, y como tiene la cabeza se habrá dejado el móvil en casa. En cuanto a despistes, debo reconocer que entre los dos juntos no hacemos una persona completa en cuanto a prestar atención y recordar cosas. Dios nos coja confesados.

Después de cenar (salió cara la pizza) nos vamos al karaoke. Mi primera vez en el karaoke de Leuven. Pero igual que el resto de las veces en todas las ciudades a las que acudí a un karaoke (vale, exagero: Vigo , Amsterdam y pocas más). Sitio cutre, paredes negras, humareda densa y gente estrafalaria. Bueno, la rara soy yo, que me siento una mezcla entre marciano y perro verde. No me apetece cantar nada de Whitney Houston ni Mariah Carey. Las canciones que proponen las otras dos chicas no las conozco ni de lejos y más del 50% de las canciones que se cantan esa noche no las he oído en mi vida. «Pero si esta es la versión flamenca de esa canción tan conocida de Bisbal», me dice mi amigo chileno. Vale, lo que digas, pero ni puñetera idea, ya sabes, yo es como si viniera de otro planeta (no lo digo, pero me quedo con las ganas). Me falta el Ken. Al menos tenemos gustos musicales parecidos y pudiéramos haber hecho un buen dúo. Pienso en proponer a las chicas el «It’s too late» de The Carpenters o el «Vincent» de Don McLean, pero veo que la situación no da. Este es uno de mis típicos «momento perro verde» o «momento marciano» o «momento bicho raro». Me he sentido como cuando estaba en el colegio. La rara. En situaciones de este tipo, hay pocas personas con las que no me sienta de esta forma. Sé que soy reincidente y monotemática, pero con el Ken no me siento así. En cierto modo, en ciertos temas, conectamos.

Me da el sueño. La siesta de después de comer no ha sido suficiente. Además, mañana tengo que seguir con el proceso «hacer sitio para que el rubio pueda instalarse cómoda y dignamente» y aún me queda mucho por hacer. Además de que quiero ir a la FNAC a ver si encuentro mi gorro.

Es la una y pico y no tengo noticias del Ken desde las 6. Sé que a veces soy un poco neurótica, pero no puedo evitarlo. La cama es grande y no sé como llenarla. La miro. Estoy cansada, pero no me apetece acostarme sola. Me doy cuenta de que no es lo mismo echarle de menos cuando estoy fuera que cuando estoy en casa. Me doy cuenta de que él ya ha pasado por esto dos veces, más de una semana cada vez, en el último mes. Espero que no se acostumbre. No me apetece meterme en cama, seguro que está fría y silenciosa. Pero mañana quería levantarme a una hora decente y tener las cosas medio listas para cuando llegue. No sé a qué hora llegará, supongo que después de comer o algo así.

Soy una insegura de mil pares de narices. Lo sé, pero no puedo evitarlo.

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