junio 19, 2009

Vacaciones

Posted in el Ken, Family Tales a 8:46 pm por La Petite en Belgique

Escribo esto en mi última media hora de trabajo antes de empezar las vacaciones. Mañana el Ken y yo tenemos por la mañana un avión que coger. Llegaremos sobre las cinco a Vigo, para pasar dos semanas, donde mi familia me estará esperando en el aeropuerto:

  • Mi madre, que lleva unas semanas un poco pocha. La soledad pesa y los asuntos de la separación legal que por fin se  han decidido a hacer la tienen mentalmente agotada. Espero poder dedicarle MUCHO tiempo estos días. A ver si al final se anima a venir conmigo al concierto de Elodio y los Seres Queridos. El Ken prometió quedarse cuidando de India, es un sol.
  • La loca de mi hermana, que me ha dado una alegría enorme cuando me dijo que en diciembre voy a ser tía. Estará también mi cuñado, un tipo simpático donde los haya.
  • E India, la perrita caprichosa que hace dos días se negó a comerse su pedazo de pollo con arroz porque mi madre la dejó sola en casa durante dos horas para irse a la playa. Llegaremos y se volverá loca de alegría, pegando saltos sin control.
  • Y también veré a mis amigos. Cómo los echo de menos en la distancia…

Qué bien, casi casi siento que estoy en casa.

Fin de la lucha

Posted in Anecdotas, Belgica y los belgas, Curro, la dura vida del teleoperador a 8:29 pm por La Petite en Belgique

M es una chica española que trabajaba en la empresa donde estoy ahora. Tan solo había empezado dos semanas antes que yo, a principios de abril, pero nos dejó hará una semana. M estuvo hace años en Bélgica y se enamoró de un chico medio alemán medio turco. Estuvieron tiempo separados, ya que M volvió a España a terminar sus estudios y buscarse la vida. Pero volvieron a encontrarse. M dejó España  debido a que su trabajo en la productora de vídeo no cuajaba y debido a que su corazón estaba en Bélgica. M sacrificó mucho por su amor. Dejó a su familia y a sus amigos, dejó todo lo que le era familiar y se vino a Bélgica para empezar a luchar por una vida desde cero.

M se esforzó durante mucho tiempo, aprendiendo el flamenco y adaptándose lo más posible. Intentó buscar trabajo de lo suyo pero no funcionó. La vida aquí puede ser difícil si no se habla perfectamente el idioma y se es extranjero. Después de mucho tiempo, M encontró trabajo en esta empresa. No es de lo suyo, pero eso nos pasa a casi todos aquí. Al menos es un trabajo digno que nos da de comer y no nos trae demasiados quebraderos de cabeza. Ah, y tiene como lengua oficial el inglés.

M me contó varias veces que a ella no le gustaba demasiado el país, pero tenía claro que había sido una decisión suya y nada más que suya para poder estar con su marido.

Pero M llevaba varias semanas sin brillar. Se la veía triste y apagada, aunque conservaba la enorme dulzura por la que todos la conocen. Yo no no le pregunté. Tan sólo éramos conocidas y nunca traspasé esa barrera porque las circunstancias simplemente no se dieron y porque el tiempo fue corto. Sólo supe que la gota había colmado el vaso, y que el medio alemán medio turco no supo valorar lo que tenía al lado y lo maltrató. M llamó a su madre y a los dos días decidía dejar un marido, una empresa y un país.

Puede ser frustrante que una lucha acabe por ser derrotado, pero en el fondo es una victoria el saber dónde están los límites y ser capaz de cerrar un capítulo. Bravo por M.

junio 17, 2009

Sola y agotada

Posted in Anecdotas, Curro, la dura vida del teleoperador a 8:39 pm por La Petite en Belgique

Este sábado el Pequeño y yo nos vamos a Vigo, a visitar a mi familia durante dos semanas. Siempre les llevo algunos detalles, así que me pasé toda la mañana (bueno, hasta las 12:15 que tuve que coger el bus) pateando Lovaina y buscando el regalo perfecto.

Llegué a trabajar y veo que esto está más vacío que los últimos días, que ya estaba bastante vacío. Hay dos personas en Hungría dando un curso, la jefa de vacaciones, mi mentora de día libre y otros cuatro recibiendo un curso. Durante la primera hora estuvimos tres personas cogiendo llamadas (aunque la verdad, los otros no cogieron muchas porque estaban ocupados discutiendo no sé qué con una manager). Así que puedo decir que llevo desde las 15:00 sola en el servicio. El subjefe estuvo hasta las 7, pero es como si no estuviera. Siempre da excusas de que está ocupado con cosas muy importantes. Los que acababan a las 4 o 5 estaban en un curso en el que debería estar yo incluída. Finalmente no me incluyeron porque era la única disponible para coger llamadas. Y era la única porque mi mentora, que hoy debería haber hecho el turno 11-19, está de día libre.

Así que con este panorama estoy literalmente agotada. Durante horas cogiendo llamadas sin parar, sin tiempo para contestar mails. Cuando a las 19:00, el ritmo de llamadas empezó a bajar, por fin pude empezar a procesar mails. A esa hora el subjefe de equipo se fue diciéndome algo así como: «no des lo máximo de ti misma». No hace falta que me diga nada más. Sé que se siente cupable, y con razón, de el marrón que me han puesto encima. Novata, sola, sin acceso al curso (han dicho que me lo darán después de mis dos semanas de vacaciones).

En estas horas he tenido anécdotas curiosas, como una italiana que no sabía hablar demasiado bien inglés, que a cada rato soltaba un «Alora» que me daba ganas de reír. Después otro usuario que parecía la marioneta de un ventrílocuo, pues a cada pregunta que yo le hacía, primero oía la respuesta por lo bajini con otra voz y luego él finalmente la repetía. Más tarde tuve dos llamada de un tal Ali que llamaba desde el Reino Unido al que tuve que pararle los pies en varias ocasiones.

– ¿Cómo te llamas?
– La Petite
– ¿Y de dónde eres?
– Soy española.
– Ah, por eso eres tan amable.
– Ehh, gracias.
– ¿Y dónde estás ahora?
– En Bélgica.
– Ay, estoy llamando a Bélgica. ¿Has estado alguna vez en Londres?
– Sí, varias veces, con familia y amigos. ¿Me puede dar el número de serie de su token?
– ¿Familia y amigos? ¿Tienes novio?
– ¿Ehh?
– Mira, yo estoy en Londres, estamos cerca. Podrías venir a verme.
– Su número de serie, por favor.

Al final acabó dándome el número, y mientras yo lo comprobaba (es un proceso que dura unos minutos), Ali se puso a cantar. Tarareaba sin parar.

Al cabo de un rato volvió a llamar, porque además de pesado, Alí no es muy despierto.

– ¿Hola, podría hablar con La Petite?
– Sí, soy yo (como que hoy soy la única en el servicio).
– ¿Cuántos años tienes?
– ¿No ha recibido el mail de activación?
– ¿Cuántos años tienes?
– 30.
– Yo tengo 27, espero que no te importe.
– Como no ha recibido el mail de activación, tengo que abrir un caso para usted, pero ni su número de teléfono ni su dirección email figuran en la base de datos. ¿Me los podría dar?
– ¿Quieres mi móbil?
– Ehh, no, quiero el número de su puesto de trabajo.
– Es que soy nuevo y aún no me lo han dado.
– No pasa nada, es algo que se puede actualizar después, con el email es suficiente.
– Mi email es ….
– Muy bien. Su número de caso es BLA BLA BLA, si tiene más problemas o preguntas, no dude en llamarnos.
– Sí, sí, te voy a llamar pero a TI.

Por suerte, llevo una horita bastante tranquila y en 20 minutos ya me voy. Mirando hacia atrás, creo que estoy aprendiendo a no estresarme. Estando sola no voy a hacer imposibles, y si tienen que esperar a que les coja el teléfono, pues que esperen. Al final, se me va a pegar lo de mis compañeros, que todo me importe un bledo.

junio 16, 2009

Otro día interminable

Posted in Curro, el Ken, la dura vida del teleoperador, Mi mentora a 8:51 pm por La Petite en Belgique

Si es que no paro.

Ayer tuve mi primer turno 14-22, de esos en que una se queda sola, llama el lobo y le quiere comer a una hasta las orejas.

Mi día empezó de mañana temprano, porque tenía varias tareas pendientes antes de ir a trabajar. Léase:

  1. Ir al médico.
  2. Ir al lugar donde me alquilaron la bici a por una copia del contrato (la otra no sé donde la metí).
  3. Ir a la policía a rescatar mi bici, que se me la llevaron de enfrente de mi casa hará cosa de un mes (sí, es triste, en todo un mes no he tenido tiempo de ir a recogerla debido a los horarios que tienen, que ya les gustaría a los funcionarios españoles).

Y todo ello tenía que hacerlo rápido y corriendo para poder coger el tren a las 12:15. Siempre me quejo de los transportes públicos y de las malas conexiones entre la ciudad donde vivo y la ciudad donde trabajo (mmh, bueno, dejémoslo en pueblos), y es que si con un horario normal pierdo tres horas, con el 14-22 pierdo unas cuatro.

Me fui al médico a las 9. Normalmente la cosa es sin cita, y quien primero llega, primero es atendido. La médico es un encanto (y sudamericana, por eso voy a ella), pero pone tanta atención en cada paciente que uno se eterniza. Es seguro que al ir a esa médico uno va a tener dos personas delante con las que se tirará media hora, así que para ir viene bien reservar hora y media en la agenda.

A las 11:15 salí del médico y me fui al lugar donde me alquilaron la bici. Todo rápido y sin problemas. Aquí tiene.

Después de eso me fui al depósito de bicis de la policía, y ahí ya se me cayó el alma al suelo. Porque acaban de cambiar al horario de verano y los lunes, miércoles y viernes sólo trabajan de 13:00 a 15:45 (si es que viven como reyes). Queriéndome tirar de los pelos, miré alarmada el reloj. Eran ya las 12 y no tenía la bici con la que contaba para llegar a la estación. Busqué una parada de bus y pregunté a una pareja que si ésa era la buena para ir a la estación. Sí.

A los cuatro minutos llegó un bus y por los pelos pude coger mi tren. Tantas prisas para acabar llegando a la empresa a las 13:00, una hora antes de mi turno, pero es que desde esa hora interrumpen los buses que nos traen a esta zona industrial. Gracioso, ¿no?

Al llegar veo que todo el mundo está atareadísimo con un training online del que nadie me ha avisado. En vez de usar esa hora para comer, me siento y me incorporo a un training de lo peor. El instructor nos cuenta la película por teléfono y en el ordenata vemos lo que va haciendo por conexión remota. El instructor es indio y su inglés es casi indescifrable. Mi mentora, a mi lado, dice que no se está enterando de nada. Intento seguir lo que va haciendo y hago unas cuantas capturas de pantalla para revisarlo más tarde.

A las 14:00 finaliza el curso y todo el mundo sale en tropel para comer (el comedor cierra justo a esa hora). Yo me tengo que quedar porque soy la que ha entrado más tarde y alguien se tiene que quedar por si llegan llamadas. Como esa hora y pico de training NADIE ha cogido llamadas, puedo jurar que en cuanto empecé a trabajar, el teléfono empezó a echar humo. Una hora sin parar, una llamada tras otra.

A las 19:00 mi mentora y el subjefe de equipo se fueron, quedándome yo sola a cargo. En ese tiempo la verdad es que, contrariamente a mis expectativas, no me aburrí. Suele ser un turno muy tranquilo, a no ser que pase algo grave. Tuve una llamada de un indio con un problema de conexión al que intenté ayudar siguiendo unos pasos. Nada le funcionaba, así que abrí un caso para él. Al parecer estaba bastante aburrido, ya que estuvo durante un par de horas enviándome mensajes por el msn éste corporativo que tenemos: que si el tiempo aquí era bueno o no, que qué turno tenía, que si tenía contrato, bla bla bla. Cotilla.

A las 21:46, 14 minutos antes de finalizar felizmente mi turno y coger el último bus y el último tren disponibles, recibí una llamada que me dejó helada. Como decía, este turno es tranquilo, si no aparece un caso de «Severity 1» o «Severity 2», de esos en los que todas las alarmas suenan y uno tiene que poner en marcha procedimientos especiales para avisar a los manager y no sé qué más. Yo no tenía muy claros esos procedimientos porque todo me lo explicaron por encima. Y tuve la mala suerte de que el primer día que me quedo sola, recibo una de esas llamadas 14 minutos antes de acabar mi turno. ¿Por qué yo? Por supuesto el usuario quería todo arreglado para las 22:00. Glup!

Mientras intentaba descifrar las instrucciones de dichos procedimientos, un chico del turno de noche (el cubano) acababa de entrar en la sala. Lo llamé a voces y le pregunté que cómo iban los procedimientos. Me dijo que no tenía la más remota idea y que nunca lo había tenido que hacer, pero que iba a buscar refuerzos. A los tres minutos me llama por teléfono otro del turno de noche, y me explica paso por paso lo que he de hacer. A las 21:52 lo tengo listo y por fin empiezo a respirar, para darme cuenta de que el chico que me ayudó se encuentra al fondo de mi misma sala.

Salgo a las 22:00, espero el bus, llego a la estación de tren y espero 15 minutos a que llegue mi tren. Llego a las 23:15 a Leuven y no me queda otra que echar a andar, pues a esas horas ya no hay buses. Llego a casa a las 23:45 y descubro con alivio que el Ken aún está esperándome despierto. Lo mejor del día, sin duda 🙂

junio 12, 2009

Más vale tarde que nunca

Posted in Anecdotas, Curro, la dura vida del teleoperador a 9:36 am por La Petite en Belgique

Hay veces que no sé porqué me he apuntado a un gimnasio. Bueno, sí, para sobrevivir al día a día. Y no, no hago dieta, pues no me llegarían las fuerzas.

Todos los días pierdo tres horas en transportes públicos. Y no es que me pase tanto tiempo montada en autobuses o trenes, sino que a veces me toca esperar interminables minutos… y otras correr como una gacela. Normalmente tengo que salir corriendo de casa para coger el primer bus. Luego esperar unos 15 minutos en la estación de tren y, tras veinte minutos de trayecto, salir del tren corriendo porque sólo tengo dos o tres minutos para alcanzar el bus que finalmente me deja en la empresa. Para llegar con 20 minutos de adelanto, pero eso es otra historia. Y claro, cuando el tren se retrasa es imposible coger el autobus y entonces es seguro que voy a llegar tarde.

Ayer mi tren llegó con cinco minutos de retraso. Pero de todas formas corrí. Al salir de la estación me paré en seco al ver a mi autobús pasar por delante de mis narices sin aminorar un ápice su marcha.

Como veo que hay algo de atasco (lo malo de tener turno 9-5 es que alrededor de esas horas hay bastante tráfico) decido correr tras el autobus, mientras veo, cada vez que me acerco, como mis compañeros me miran impotentes. Corro, sigo corriendo con mi mochila y mi libro en la mano. Llevo el libro en la mano porque dentro tengo el pase del autobus y es más rápido para sacarlo que si lo llevara en la mochila. Corro, corro y corro más. Me acerco al autobús y casi estoy. Pero arranca y se aleja. Estoy a punto de perder la esperanza pero sé que bastante cerca se encuentra la siguiente parada. Finalmente veo que al final de la calle el semáforo está en rojo. Mi autobús está allí, detrás de otro autobús. Venga, unos metros más. «¡Corre, Forrest, corre!» me digo.

Finalmente llego y el autobús abre las puertas antes de ponerme a su altura. La jefa del equipo español le ha pedido al conductor que me esperara. Sonrío contenta por haberlo conseguido sin tener que haber corrido hasta la siguiente parada (50 metros más) y sudorosa me abro paso hasta el fondo del autobús, donde están mis compañeros, que me reciben entre aplausos sorprendidos por haber seguido corriendo.

Me desplomo en un asiento e intento recobrar la respiración. Me arde el pecho pero no siento los efectos del asma. Va a ser que la medicación que me ha dado el  médico y el gimnasio me van a ayudar a sobrevivir.

Cabe aclarar que debido al gran atasco que nos encontramos después, el conductor decidió desviarse de la ruta original. Aún así el trayecto en autobus duró una hora y diez minutos en lugar de 15 o 20 minutos, con lo que llegamos media hora tarde. Pero valió la pena correr, pues otros compañeros nos dijeron que el bus siguiente simplemente no pasó y el siguiente al siguiente llegó tarde a la estación para recogerles.

P.S.: Es una suerte que en los 90 esta empresa haya decidido cambiar el dress code y las mujeres ya no tengamos que llevar tacones.

junio 10, 2009

Problemas con los números

Posted in Anecdotas, Curro, la dura vida del teleoperador a 5:47 pm por La Petite en Belgique

Un usuario de Miami con voz de borracho y mucho ruido de fondo llama esta tarde:

– Quería que reseteran el passoword de mi cuenta de e-mail.
– Perdone, pero nosotros no soportamos eso. Deberá llamar al Helpdesk de blablabla. Le doy el número. Es el 0044………
– ¿0044…? ¿Pero qué clase de número es ese?
– Un número de UK, señor.
– ¿Me puede dar un número al que yo pueda llamar?
– Bueno, es el único número de ese HelpDesk, y tiene números, así que supongo que podrá llamar.
– Vale, adios.

Conclusión: estos americanos se creen el centro del mundo y al parecer no saben lo que es un código de país. Espero que los ingleses, con lo orgullosos que son, no se enteren.

Love is in the air

Posted in Anecdotas, Curro, la dura vida del teleoperador a 4:52 pm por La Petite en Belgique

Esta mañana recibí la llamada de un usuario de Tulsa (USA). Tenía un problema con su aplicación y me pidió que hiciéramos una sesión de Netmeeting para que yo pudiera comprender su problema. Hacer una sesión de Netmeeting significa que yo accedo a su ordenador y puedo ver su pantalla e incluso tomar control si es necesario (no esta vez).

Debido a un problema con mi ordenador, mi Netmeeting se quedó colgado y tuve que reiniciar el ordenador, así que le dije al usuario que lo llamaría en 10 minutos. Cuando lo llamé volvió a insistir en hacer la sesión de Netmeeting, así que comenzamos. Y entre minimizar ventana, maximizar ventana, abre, cierra, maximiza, minimiza, algo insólito apareció en mi (su) pantalla.

Nosotros tenemos una especie de MSN llamado comunicator, y en él estamos todos los de la intranet. Pues bien, mientras hacíamos el Netmeeting, el usuario estaba tan pancho manteniendo una conversación con otra usuaria de la intranet. Desconozco si era su mujer o no, sólo sé que el tío me dio tiempo y tiempo para hacer una captura de pantalla y avisar a un colega de lo que estaba viendo.

No voy a pegar esa captura aquí para no publicar nombres ajenos ni el mío propio (aparece en una ventanita de la captura), pero transcribo aquí parte de la conversación para que nadie pierda la esperanza y todos tengamos claro que el amor está en todas partes:

amante/novia/esposa[6:39 AM]:
not anymore.

Usuario[6:39 AM]:
i love you baby

amante/novia/esposa[6:39 AM]:
love you too

amante/novia/esposa[6:47 AM]:
usuario, i just have this pit in my stomach

amante/novia/esposa[6:47 AM]:
this empty feeling

Usuario[6:51 AM]:
like u dont care for me?

Después de esto, y dado que el usuario y yo ya habíamos finalizado nuestra conversación telefónica, y no había más razones para seguir estirando la sesión de netmeeting, cerré a toda prisa la sesión, con el consiguiente aviso para él de que la sesión estaba siendo cerrada.

Algo más tarde el usuario volvió a llamar y esta vez le cogió la Portuguesa. Al parecer nuestro usuario seguía manteniendo conversaciones amorosas mientras permitía que alguien viese su pantalla. Increíble.

junio 9, 2009

Nueva serie para el tren

Posted in vídeos a 5:47 pm por La Petite en Belgique

Para celebrar que me he acabado Lost, ahora he empezado Lost Untangled (no veáis el vídeo si no os habéis acabado Lost, hay SPOILERS).

y la primerísima temporada de Doctor Who (sí, la de 1963).

Enmarronada

Posted in Anecdotas, Curro, la dura vida del teleoperador, Mi mentora a 5:39 pm por La Petite en Belgique

Vamos, que me voy a hacer una profesional en esto de hacerme cargo de marrones.

Una serie de incidentes encadenados me tienen al rojo vivo, con ganas de morderles los talones a varios de mi equipo, y en especial a los que en teoría manejan el cotarro.

Para ponernos en situación, decir que en mi equipo, por el momento, se soportan varios clientes (creo que son unos cuatro, pero no estoy segura). A mí mi mentora me explicó uno, que es al que he estado intentando dar soporte estas semanas. Pero el jueves pasado las cosas tomaron otro rumbo.

El subjefe de equipo se me acercó y me preguntó si me interesaría aprender un nuevo cliente. Yo, a la oportunidad de aprender algo nuevo, dije que sí de inmediato.

– Bueno, entonces tenemos que darte un training y así podrás dar soporte a este cliente y quería preguntarte si la semana del 15 de junio puedes hacer el turno de 14 a 22.
– Mmh, bueno, el 20 cojo un avion a España, pero en teoría esa semana  no tengo demasiados problemas para hacer ese turno.

En eso, mi mentora, que había escuchado toda la conversación, salta: «¡Claro, esto no tiene nada que ver con que aprendas cosas! ¡Esto es es sólo porque quiere que hagas el turno de 14 a 22!». Y pensándolo bien, sólo puedo hacer ese turno si soporto el actual cliente y el nuevo que me estaban ofreciendo. Porque de 19 a 22 uno está completamente solo.

El viernes llegué para que el «sabio sobre el tema» empezara a explicarme cosas. Pero aquí nada funciona a derechas. El especialista estaba ocupado en ese momento con los tres húngaros que han venido de training, recibiendo el mismo training que yo. Lo lógico es que me hubieran metido en el curso con ellos, por aquello de economizar recursos y ser eficientes, pero todo fue una chapuza de última hora, como más tarde descubrí. Resulta que la persona que la semana que viene iba a hacer el 14-22 (el Oráculo) necesitaba un cambio de turno por razones personales, y nadie NADIE quería ese turno. Lo gracioso es que había algunos con razones de peso (coger un avión), pero había otros sin mayores razones que las que yo podía alegar. A mí me venía mal porque los martes tengo swing y los jueves pilates, pero realmente no podía decir que no. Sencillamente no me parecería justo hacia los que sí tienen razones de verdad. Así que me cabreé bastante cuando me enteré de que mi mentora había dicho que no a ese turno simplemente porque no le gusta y punto.

Si el training hubiera ido bien, me podría haber calmado, pero esto está siendo un maldito desastre. En teoría me iban a dar training el viernes, lunes, martes y miércoles (el jueves y viernes tengo training de otra cosa). Y en lugar de darme el training «el sabio sobre el tema», me lo está dando el subjefe de equipo. Aunque bueno, lo de darme el training es algo simbólico. El viernes llegó tarde y estuvo ocupado con mil cosas. El lunes me tuvo sola TODO el día y sólo estuvo conmigo la última hora para empezar a coger llamadas, pero desgraciadamente no recibí nunguna. El resto del día me asignó mails sin orden ni concierto y yo no tenía ni pajolera idea de los protocolos que debía seguir. Ya sabía que este training iba a ser inadecuado por ser más corto de lo debido, pero no suponía que en realidad iba a ser como no tener training.

 Así que veo impasible como se han lavado las manos. Me dan el turno que nadie quiere y no les importa nada, ni siquiera que esté o no preparada.

Luego hay detalles, como el que el Oráculo pretendía cambiarme sólo tres o cuatro días de la semana que viene: de lunes a miércoles o jueves, teniendo el resto de la semana mi horario original: de 8 a 4. Por supuesto me negué en redondo a cambios parciales, ya que no es normal llegar a las 23:30 a casa el miércoles o jueves para tener que levantarme a las 5:45 al dia siguiente.

Cabe decir que este nuevo servicio sólo lo cubriré la semana que viene, ya que luego migrará a Hungría, así que estoy haciendo todo este esfuerzo para nada. El jueves y viernes tengo que parar con esto porque tengo otro training pendiente, este ya del cliente definitivo.

El subjefe (al que le estoy cogiendo tirria) me preguntó si por favor podría tener el turno 14-22 este jueves y viernes, por cambios de última hora. Le he dicho que no, que justo esos días tengo citas para ver pisos y que además el otro training que tengo es incompatible con ese horario. Al final resultó que el cambio de última hora es que ayer, tras pedirlo conscientemente durante bastante tiempo, echaron al Oráculo. Así que eso significa que como son las 18:30, llevo media hora sola y otra media que me queda. Yo sola ante el peligro frente algo de lo que no tengo ni idea. Por el momento vamos bien.

Otro tema es que hoy nos han anunciado que la jefa de equipo nos deja a fin de mes, con lo que el subjefe se queda a cargo del barco. El «sabio sobre el tema» también nos deja, pero para irse a otro equipo, al igual que la Portuguesa. Eru nos coja confesados.

junio 4, 2009

Alarma

Posted in Anecdotas, Curro, la dura vida del teleoperador a 1:39 pm por La Petite en Belgique

Esta mañana los teléfonos dejaron de funcionar. Simplemente quedaron desconectados. Las llamadas en curso se cortaron y poco a poco se empezaron a escuchar voces sorprendidas a medida que todos se iban dando cuenta del hecho. No duró demasiado, y poco a poco los teléfonos volvieron a funcionar de manera intermitente hasta que finalmente el servicio quedó restablecido.

Más tarde la alarma de incendios empezó a sonar con estruendo. Miradas cruzadas. ¿Es un simulacro o es real? Mi mentora , a mi lado, me mira, se levanta y coge su bolso. Yo le devuelvo la mirada, me levanto, cojo el bolso y el libro que estoy leyendo. Si esto se está incenciando hay que llevarse lo importante, si simplemente vamos a perder el tiempo fuera, al menos me gustará estar entretenida.

La alarma dura unos segundos y luego cesa. La gente sigue levantada y hay gran revuelo. Mi mentora y yo nos miramos y no sabemos si salir corriendo o quedarnos para arder entre las llamas.

Nuestra team leader (jefa de equipo) pasa junto a nuestras mesas y dice que «nadie se va, que nos quedamos».  La advertencia cae como un jarro de agua tan fría que parece capaz de sofocar las supuestas llamas.

Falsa alarma.

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