octubre 21, 2010

Viviendo al límite

Posted in Anecdotas, Belgica y los belgas, Bruselas, el Ken, Reflexiones a 7:25 pm por La Petite en Belgique

Algunos días tengo problemas para dormir, pero no es nada que una valeriana no pueda solucionar (tanto no y tanto nada juntos marean al Ken en su aprendizaje del español). Sin embargo duermo profundamente, y es rara la vez que me despierto en medio de la noche. Y me cuesta tanto despertarme que, aunque con la primera alarma ya abra los ojos, debido al ritmo de mi respiración, el Ken tiene la certeza de que aún sigo durmiendo. Y muchas mañanas me despierto en medio de algún sueño absurdo interrumpido, un sueño que intento reconstruir en la ducha como si de un rompecabezas se tratasa.

Esta noche tocó soñar que yo vivía en un reino en el que el rey era un tirano de mucho cuidado y nos obligaba ir a la guerra, y si lo que nos tocaba era vivir tiempos de paz, nos enviaba a un sitio donde nos daban un tajo en la cara sólo para recordarnos los duros tiempos de guerra y que por siempre seguiríamos bajo su yugo.

Como yo me negué a que me cortasen la cara (vaya cicatriz más fea de diez centímetros me iba a quedar) me convertí en una proscrita, así que mi intención era escapar como fuese y llegar a toda costa a casa de mi madre. Ello suponía escapar por los pelos en coches robados, dormir entre los arbustos por el día y caminar por carreteras secundarias por la noche.

Por desgracia, el despertador sonó cuando yo aún estaba vagando de noche por los caminos y recibiendo sobras de comida de los bares y algunas casas, así que no sé si al final habría conseguido llegar a casa de mi madre (¿a España? ¿desde Bélgica?).

Lo que sí sé es que en la vida real también corro bastantes peligros. A menudo cruzo la calle en rojo, y cuando lo hago en verde, el 90% de las veces voy leyendo (sí, me he convertido en una adicta). Ayer cuando volvía a casa sobre las siete de la tarde y ya totalmente de noche, crucé la calle en el cruce justo delante de nuestra casa. Cruzaba en verde y no iba leyendo (aunque llevaba el libro en mi mano derecha, totalmente entumecida por el frío). En ese momento un coche giraba y se incorporaba a la calle que yo estaba cruzando, cuando algo me dijo que ni la distancia, ni la velocidad ni el pavimento mojado me cuadraban. Tuve tiempo de dar un salto hacia atrás para que el coche no me arrollara. El conductor me pidió perdón sin mucha convicción por no haberme visto (porque mi abrigo gris-claro-casi-blanco es difícil de ver, he) y yo, al ver si falta de reacción por su parte, puse una de mis caras más indignadas. Temblando y con el corazón saliéndoseme del pecho, vi que el Ken acababa de llegar en la moto. Al menos podría contarle mis desventuras a alguien.

octubre 20, 2010

Y facebook mató a los blogs…

Posted in Belgica y los belgas, Bruselas, Curro, El gigante de tres letras, el Ken, Reflexiones a 7:39 pm por La Petite en Belgique

… o más bien somos nosotros pero afirmamos lo contrario en un alarde de cobardía. Supongo que es más fácil echarle la culpa a otro y afirmar que la culpa fue del cha-cha-chá. Y hablando del cha-cha-chá, mi nueva adicción sabe a chocolate y es belga. A menudo me refreno cuando me entran ganas repentinas de bajar a la máquina y comprarme uno de estos.

Pero luego me digo que vivimos dos días y que no tengo porqué preocuparme por el peso, o mejor dicho, el sobrepeso, ya que en las últimas semanas he bajado dos kilos y no hay quien me haga subir de los 46 o 47. Y eso que como y como, cuando tengo tiempo claro, y tengo un medio catarro encima que lleva tres semanas rondándome y no se va ni a la de tres. En realidad, el virus lleva cerca de un mes sobreviviendo en nuestra oficina, y ya nos lo hemos pasado de unos a otros de forma que sólo hay dos que aún no han caído. Entre eso y las temperaturas invernales que tenemos (el domingo hemos estado entre -1 y 9) parecemos una panda de riníticos tuberculosos.

Decía que Facebook está matando a los blogs, y nosotros le estamos dejando. Este blog está bajo mínimos, y no es precisamente Facebook el culpable (el tiempo que le dedico a Facebook estos días suele ser de cinco minutos a la hora del desayuno). Es el tiempo, la vida, las circunstancias, el fluir, como queráis llamarlo.

Hace dos meses y cuatro días que he cambiado de trabajo. Después de una primera etapa de reajuste algo dura, ahora se puede decir que todo va casi viento en popa. El trabajo me gusta, me pagan decentemente, son flexibles, hay buen ambiente, estoy aprendiendo y esto supone un dato importante en mi CV y mi carrera profesional. Y tengo casi dos meses de vacaciones al año, ¿qué más se puede pedir?

Pero como yo nunca me conformo con lo que tengo y siempre quiero más, o mejor dicho, nuestra partida es casi inminente, he decidido ponerme a estudiar francés y flamenco en serio. Así que he decidido meterme unas 12 horas de idiomas para complementar la semana. Los martes y jueves tengo flamenco de 6 a 9 de la tarde, pero siempre llego tarde, ya que salgo de currar a las 6, y los buses y metros van como les da la gana y nunca sé cúando voy a llegar. Los sábados tengo francés de 9 a 15:30, y tras esa jornada también acabo K.O. No llego al centro hasta las 4 de la tarde y luego ponte tú a hacer la compra y a buscar pantalones de invierno cuando el súper cierra a las 18:30 (el caro a las 20:30) y H&M a las 19:00, y sólo he podido comerme dos tristes sandwiches de 12 a 12:30. El Ken tiene clases de 9 a 12, así que él también tiene su carga particular.

Y todo esto para decir que lo que está matando a mi blog es una suma de cosas: trabajo + bus + clases de idiomas + satisfacción personal + ningún tiempo para pensar.

Lo de ningún tiempo para pensar no es del todo cierto, ya que mi cabeza es como una lavadora que no para de centrifugar, pero sí es verdad que con toda esta actividad consigo acallar bastante a menudo las dudas existenciales (sin solución) que llevan rondándome unos cuantos meses.

En el bus también me mantengo ocupada y leo, leo y leo. En enero me propuse un reto: leer 50 libros este año. Cuando cambié de trabajo y renuncié a tres horas de transporte diario pensé que iba a tener que rendirme y dejar el reto para cuando me jubilara, pero mis cálculos no han sido del todo correctos y a menudo mi bus viene tarde, o no viene, o va de atasco en atasco y el trayecto es de casi una hora. Así que sí, sigo leyendo y ya voy por el libro número 43.

Y luego intento buscar tiempo para salir a hacer fotos y seguir bailando swing.

Tenemos clases de swing los miércoles a las 9 de la noche y práctica cada dos martes en un bar cerca de casa. Práctica a la que voy arrastrándome tras mis clases de flamenco, pero que me ayuda a dormir por las noches. Cuando tengo clases de flamenco y no hago ninguna actividad física (que es el 75% de las veces) tengo problemas para dormir. Mi cerebro está tan habituado a la actividad que cuando me acuesto me cuesta mucho desconectar y relajarme.

¿Y todo esto para qué? Pues para decir que no sé si a partir de enero-febrero bajaré el ritmo. De francés seguro que intentaré matricularme en un curso de menos horas (me resulta bastante fácil), pero en flamenco no lo sé. Necesito esas horas de práctica, pero normalmente acabo agotada, adelgazo y soy incapaz de curarme de un simple catarro. Y ya no tengo tiempo para escribir en el blog ni para preguntarme si de verdad me gustaría otro estilo de vida. Es como el sprint final de una carrera, prepararme lo mejor posible antes de abandonar Bélgica. Como correr a ciegas.

En general me siento mejor, por eso tampoco escribo demasiado. Tengo algunas anécdotas que siempre se me quedan en el tintero porque no tengo tiempo para contarlas y porque no las considero tan importantes que acaben sobreviviendo en mi cabeza para plasmarlas por escrito.

De todos modos, por aquí sigo.

octubre 13, 2010

Dudas

Posted in Curro, El gigante de tres letras, el Ken, Lonely moments a 7:35 pm por La Petite en Belgique

El Ken lleva unos días durmiendo mal. Supongo que es estrés debido a que en casa tiene que trabajar más (cocinar, lavar, ir a la compra) ya que yo tengo un montón de horas semanales de idiomas (seis de francés, que hago por mí y seis de flamenco, que hago por él), mezclado con su trabajo y el miedo al futuro. Estos días no van demasiado bien las cosas en su trabajo (experimentos que van mal) y la fecha de terminar se acerca (entre septiembre y diciembre del año que viene). A la vez, justo ahora todo el mundo le está preguntando que qué va a hacer con su futuro cuando acabe el doctorado. Y le entra miedo. Está yendo a clases de español (tres horas semanales) y lo habla bastante bien, pero tiene miedo a no hablarlo lo suficientemente bien como para encontrar un trabajo en España, así que también podría plantearse hacer un postdoc allá (con la miseria que le pagarían). Pero luego está la cuestión de mi trabajo y de si voy a seguir o no en el gigante de las tres letras (traslado a España) y si me convendrá o no. Además de que no sé si, llegado el momento (de quedarme sin trabajo), yo tendría derecho a paro en España. El momento se acerca y no estamos ni medianamente listos, y yo estoy tan contenta en el trabajo que no quiero dejarlo para verme en la calle aunque sea bajo el sol. Y luego están las cuestiones del piso que tenemos alquilado aquí y a qué parte de España nos iríamos. Muchas dudas…

octubre 10, 2010

Las cosas del amor

Posted in Belgica y los belgas, Reflexiones, Tolonterias a 8:37 pm por La Petite en Belgique

Tengo una amiga polaca que lleva ya un tiempo saliendo con un belga. Siempre me ha parecido una chica triste, y antes de empezar con este chico, se tropezó con algún que otro desalmado. Solía estar en el mismo despacho del Ken, pero acabó su doctorado y dio el salto al mundo real. Empezamos a vernos menos. Cuando el Ken y yo nos mudamos a Bruselas, dejamos definitivamente de vernos. Es triste pero verdad. Hace cosa de un mes me la encontré en un tren en Vilvoorde. Acababa de salir de trabajar y se le acababa el contrato en breve. Pero había algo más. Me habló con un poco de desdén de la familia de su novio y luego añadió algo así como que «puedes sacar al hombre de la caverna pero no siempre puedes sacar la caverna del hombre». Siempre me ha sido difícil leer en sus ojos, pero aquel día había un hielo entre nosotras que me impedía haber más. Justo dos minutos antes de llegar a mi parada me reconoció que no estaba bien y se echó a llorar de manera desconsolada. Con el corazón encogido tuve que dejarla porque tenía un compromiso al que ya llegaba tarde. Le envié un par de mensajes y el tiempo pasó.

Ayer me acordé de ella y le envié un sms para preguntarle cómo estaba y para decirle que me había dejado preocupada. Me contestó que estaba muy bien y que justo esa misma mañana se acababa de casar.

***

Tengo otra conocida china que está saliendo con otro belga. Se les solía ver muy bien juntos. Hace un par de meses hicieron una fiesta swing en su casa en la que hice bastantes fotos. Había una en especial en la que salían bailando juntos, foto que ella puso en su perfil en Facebook.

Tras el parón veraniego, se han reanudado las clases de swing. No pude dejar de notar que sólo venía él, pero no mi conocida la china. Le pregunté un par de veces por ella y me contestó que estaba en Francia. Sonaba algo así como que estaba de vacaciones.

El viernes la vimos en una fiesta swing que había cerca de casa. Se acercó a nosotros y nos preguntó si todavía estábamos como en nuestra luna de miel. Ante nuestra mirada interrogante nos contó que las cosas entre ella y su novio no iban demasiado bien, y que ella había decidido marcharse de casa e irse a Francia. Que ella tenía un problema personal. Yo ya me esperaba que me dijera algo así como que tenía demasiado carácter o algo por el estilo, porque parece una mujer de armas tomar, pero al final el problema se reduce a que ella tiene demasiadas fantasías y que a veces le apetece ir al cine. Él sólo es un aburrido que nunca quiere hacer nada, y si ven una película tiene que ser en casa.

***

Hará unos tres meses fuimos a otra fiesta swing en Amberes. Había también una especie de clase de iniciación, dada por un conocido mío de cuando empecé a bailar swing (hará casi unos cuatro años) y su novia, una chica delgadita y rubia con un moño en el que debía de llevar tres kilos de laca. Tras la clase estuvieron bailando por su cuenta con movimientos estudiados al milímetro para no despeinar el moño de la rubia. Más tarde se sentaron en una mesa donde había una pareja mayor, presumiblemente los padres de ella. Los cuatro escuchaban la música pero hablaban poco, sentados como si se hubieran tragado una escoba y manteniendo ese ambiente rancio de reunión familiar en la que todo el mundo tiene que demostrar lo respetable que es.

Un mes después volvimos a ver al chico en un festival rockabilly. Fue justo después de la actuación de uno de los grupos. Estaba cerca del escenario y parecía que él y otros estaban preparando un espectáculo, y él parecía metido en el meollo. Al cabo de un rato empezó a sonar una música sugerente y en el escenario, tras unos abanicos enormes, apareció su novia la modosita preparada para hacer un strip-tease. Y bien preparada estaba la chica del moño con tres kilos de laca, como que se quedó en tanga y un par de plumas colgándole de una liga. En ese momento no pude evitar acordarme de la reunión familiar en la que todos estaban más tiesos que escobas.

octubre 8, 2010

El Monstruo de las Galletas

Posted in Belgica y los belgas, Bruselas, Curro, El gigante de tres letras a 7:03 pm por La Petite en Belgique

He descubierto que la actitud prepotente de mi mánager no es sólo hacia mí. La semana pasada le dijo a la otra chica del equipo que la había contratado para llevar la cesta de fruta de una mesa a otra. Dato curiosos: la chica lleva cuatro años en la empresa y él sólo tres y medio, aunque es verdad que los primeros siete meses ella trabajó en USA. Otro detalle es que sólo somos dos mujeres en el equipo y la otra se vuelve finalmente a USA a finales de año. Me parece que a partir de ahí las bromas sexistas van a caer exclusivamente sobre mí. Si no fuera porque es mi manager y aún estoy en periodo de prueba le diría un par de cosas. Así que respiro profundamente y hago oídos sordos. No creo que pueda despedirme por ignorar sus bromitas y no reírme como una idiota.

El chico más nuevo, el del contrato indefinido, es bastante simpático. Además tiene la cualidad de ser bastante inocente y no mostrar maldad o segundas intenciones. En una ocasión, a la hora de la comida, llegó a confesarnos a unos cuantos (incluído el jefe de equipo) con una sonrisa de oreja a oreja que hace unos años solía escuchar a los Back Street Boys. Afirmación que provocó abucheos instantaneamente por parte de la mayoría de la audiencia.

El chico nuevo es italiano y está casado con una vietnamita belga. Va a clases de español y mezcla constantemente el italiano con el español. Quiere practicar a toda costa y suele hablarme siempre en español. Para cada frase necesita un mínimo de dos minutos y tengo que ser muy paciente con él. Pero no me importa, me cae bien el chaval. Ha demostrado ser más educado y respetuoso que la mayoría, y es uno de esos mutantes, que como el Ken, no tienen una pizca de malicia encima ni son capaces de detectarla en los demás. El pobre ni siquiera detecta cuando sus reacciones desatan las bromas de los demás.

Cada día, después de comer, cuando aún quedan quince minutos para volver a trabajar, los fumadores suelen salir a recibir su dosis. Si el jefe de equipo no está (tampoco es fumador), nos solemos quedar el chico éste y yo solos. Es cuando me propone ir a la cafetería a robar galletas. No es realmente robar, ya que las galletas son la única cosa gratis que llevarse a la boca, aunque es verdad que suelen ser para las personas que consumen algo. La cuestión es que él suele meter toda la zarpa en el bol de las galletas y salir con un puñado. Normalmente dicho movimiento está precedido por la pregunta: ¿»Tú cuántas quieres?». Hoy me ha vuelto a proponer lo mismo y al llegar a la cafetería se ha encontrado con que el bol de galletas ha desaparecido. Pobre, su cara era un poema.

Ayer tuvimos otro Sillón Verde donde todo el mundo se puso morado a cerveza. Nuestro manager propuso, como es costumbre, jugar a los dardos, e insistió en que el Monstruo de las Galletas y yo jugáramos. Cabe decir que no soy demasiado buena a los dardos, y que llevaba media cerveza encima, pero puedo decir que nunca en mi vida había jugado tan mal como ayer. La primera tirada fue floja, pero fue. En las siguientes acabé dándole a la pared, al suelo, a las esquinas e incluso acabé encajando un dardo entre dos dardos que estaban clavados en la base de la puerta de la diana. Los que llevaban más alcohol encima era el jefe de equipo y el manager, que se retorcían de risa, pero de diferente manera. El jefe me animaba a tirar y me daba consejos. El manager simplemente se dedicaba a balbucear, entre trago y trago, que yo estaba haciendo un buen ridículo. Como no estaba disfrutando ni una pizca de la partida, al poco rato me retiré y cedí mi puesto a otro compañero. Acabé bebiéndome la cerveza mientras me comía unos cacahuetes delante del ordenador y escuchaba los lamentos de mal de amores de mi compañero el Sordo.

Supongo que jugué peor a los dardos que de costumbre debido a la presión a la que me estaban sometiendo y porque las últimas semanas estoy que no levanto cabeza. Entre el trabajo y las 12 horas de cursos de idiomas semanales estoy durmiendo poquísimo, y aunque me encuentro bien y animada, a menudo no tengo fuerzas ni para abrir los ojos.

octubre 1, 2010

El sillón verde

Posted in Belgica y los belgas, Bruselas, Curro, El gigante de tres letras a 7:34 pm por La Petite en Belgique

La crisis también se nota por estos lares. No tanto como en España, pero se nota. En el departamento donde estoy trabajando llevaban meses con una necesidad imperiosa de trabajadores. Mucho trabajo y pocas personas. Cuando le dieron luz verde a nuestro mánager para contratar a más gente, era aún época de recesión para el gigante de las tres letras, así que nuestros contratos (el del cocodrilo y el mío) iban a ser contratos de dos años en lugar de los indefinidos que se hacen normalmente. Después de dos años nos prometieron que seguramente nos darían un contrato indefinido. Es como si te dieran un caramelo para después quitártelo, sobre todo por el hecho de que existe la posibilidad de pedir traslado a España, pero claro no con un contrato de dos años.

Como el departamento seguía necesitando gente, ha entrado otro más, y hay tres o cuatro en camino. Por cosas del destino, o la mala suerte, el gigante de las tres letras considera que está saliendo de la maldita época de recesión, y esos nuevos contratos no son de dos años, sino indefinidos (el nuevo que lleva menos de una semana tiene contrato indefinido, JA). En una reunión, hace dos semanas, se ha comentado que el contrato del cocodrilo y el mío se han hecho mal, bajo unas condiciones erróneas. ¡Viva! (nótese el tono irónico y con ganas de matar a alguien). Nuestro manager nos ha prometido que los contratos se transformarán en indefinidos tras el periodo de prueba (6 meses), que es un proceso largo y doloroso (como todos los del gigante de las tres letras).

En nuestro departamento pasamos gran parte del tiempo en reuniones. Tenemos un mínimo de tres por semana: martes, miércoles y jueves. Los martes es una reunión de equipo en la que nuestro manager nos dice cómo van las cosas y todos nos ponemos al día, los miércoles es una reunión telefónica con USA (también para ponernos al día) y los jueves la reunión es con nuestro senior, donde hablamos de los casos difíciles que tenemos «atragantados» y en general de cómo nos sentimos.

El martes pasado, en la ronda de preguntas, hice hincapié en nuestros contratos. Me tacharán de pesada pero me da igual. Yo a luchar por lo que debería ser mío. En la de este martes, el mánager no me ha dejado ni quejarme, dijo que quería dejar muy claro que estaba luchando por la conversión de nuestros contratos y que debería quedar anotado en el informe de la reunión.

Otro aspecto que ha tocado la crisis es el coche de empresa. Antes se lo daban a todo el mundo, y ahora sólo se lo dan a muy pocos: los elegidos. Eso significa que en mi departamento todos tienen coche de empresa, con excepción del cocodrilo (que tiene un BMW deportivo no-sé-cuántos), el nuevo que lleva menos de una semana y yo. Yo soy la única que va a currar en bus. Me lleva casi una hora.

Pero como no todo son quejas, ahora voy a hablar de una tradición que nació en USA y que ha sido importada aquí con éxito. Se llama algo así como «sillón verde». No voy a poner el nombre en inglés por si alguien lo googleara y llegase aquí por accidente (no lo quiera Eru). Es una tradición que se celebra debido a algún logro del departamento o de alguno de sus integrantes. El último que se hizo fue para despedir a un compañero que se iba. La preparación del «sillón verde» corre un poco a cargo del jefe de equipo, que se va al súper a comprar cervezas y chucherías (patatas, cacahuetes, galletas y demás). De cuatro a seis el trabajo se para y todo el mundo se pone a beber como cosacos cervezas de 10º y 11º, a comer cosas con colesterol y a disfrutar del gran secreto que nuestro manager guarda en la pared tras su escritorio: un tablero de dardos electrónico. El nombre del «sillón verde» viene de un sillón hinchable que guardamos en el armario junto con todas las botellas de cerveza vacías de «sillones verdes» pasados.

Hay otra tradición que no ha sobrevivido, y casi mejor, porque todos los novatos tenían que estrenarse en público bebiendo del zapato morado de una prostituta (sólo somos dos mujeres de quince personas en el departamento, y la otra se va a fin de año).

En la reunión de este martes, nuestro manager nos informó de que a mediados de octubre habrá una semana especial, en la que la empresa, para motivarnos, nos donará una cantidad de 2.5 euros por cabeza. Ante la racanería del gigante de las tres letras, hemos decidido que nos vamos a gastar esos 2.5 euros por cabeza en un «sillón verde». Al menos los disfrutaremos.

P.D.: Las últimas noticias son que en Holanda la empresa les está quitando los coches a algunos empleados que llevaban ya tiempo disfrutando de ellos.

Bromas aparte

Posted in Belgica y los belgas, Bruselas, Curro, El gigante de tres letras a 4:04 pm por La Petite en Belgique

En la oficina están hablando de jugar al tenis. Nuestro manager es un gran amante del tenis y juega bastante a menudo. Me han preguntado si yo juego y les he dicho que no. La reacción de mi manager ha sido un comentario que no me ha hecho ni un pelo de gracia; «¿y entonces por qué te contraté?, dijo.

«Ahora es demasiado tarde», contesté yo.

«No, no lo es, aún estás en periodo de prueba».

¿Soy yo que estoy susceptible o esta broma sólo le hace gracia a él?