May 8, 2008

Días largos y presencia policial

Posted in Curro a 9:08 am por La Petite en Belgique

Tercer post en diferido desde mi habitación (la 737 esta vez) en El Aurassi.

Argel, donde la luz es diferente y los días son más brillantes. Mire donde se mire, los colores son un batiburrillo de blanco, azul y diferentes tonos de ocre. Son típicos aquí los edificios blancos con las persianas y balaustradas de un intenso color azul, así como edificios de paredes marrones e incluso edificios sin más adorno que el simple cemento de los muros. La palabra que podría definir Argel es «desorganización». No hay conjuntos armónicos de casas, a veces la arquitectura es extraña, las calles son tortuosas y el tráfico es endemoniado. La personalidad de la ciudad refleja la personalidad del argelino. Poco dado a formalismos, relajado, fuera de todo esquema; pero sin embargo oprimido. Argel, al igual que el argelino, posee un espíritu libre, del cual no puede hacer uso. Por todas partes hay patrullas policiales. Jamás en mi vida he visto tantos policías como aquí. Controles en cada cruce importante, en cada glorieta. Al pasar por ellos uno está obligado a disminuir la velocidad y prepararse para detenerse ante la menol señal. Por la noche incluso se requiere que se encienda la luz interior del vehículo al pasar por estos controles. La entrada al hotel está fuertemente vigilada, y los vigilantes abren el maletero de cada coche que entra (todos los días). Hoy, incluso, cuando íbamos a cenar al restaurante de otro conocido hotel en la ciudad, nos obligaron a abrir el capó. Por todas partes se ven militares con metralletas y la noche está plagada de coches de policía con las luces de emergencia… Es corriente que en cada cruce importante o glorieta haya un mínimo de tres o cuatro policías, que para más inri, no se ponen de acuerdo a la hora de dirigir el tráfico. Las colas que se forman son enormes, los coches pasan rozando el tuyo hasta tal punto que realmente descubres donde termina tu coche, todos se pelean por pasar el primero, la gente se tira sin mirar a la carretera para cruzar. Por todas partes hay movimiento, desorden, mezcla de colores, este batiburrillo que define instínsecamente Argel y sus gentes…

Esta mañana me levanté tan cansada o más que la mañana anterior, y es que no estoy descansando lo suficiente. Sólo tengo tiempo para currar, ducharme, comer, escribir posts y mails al Pequeño y dormir poco. Empecé la mañana inundando el baño otra vez (de verdad no sé cómo hacer para que esto no pase) y cogiendo mis cosas para la jornada (portátil, cables, demás equipamiento electrónico, bolso con rollo de papel higiénico incluído y una botella de agua).

Fuimos a desayunar al café árabe habitual. Normalmente esa zona está atestada de vehículos en doble fila y es casi imposible aparcar debidamente, por lo que solemos aparcar también nosotros en doble fila mientras vigilamos el coche desde el café (total, como no hay asientos, qué más da). Pero hoy no fuimos suficientemente rápidos y la siempre presente policía hizo acto de presencia. Le retiraron el carnet al Ultracatólico y nos vimos obligados a ir a la oficina de correos, a unos 200 metros, a pagar una multa de 300 dinares (aproximadamente 3 euros) para que el carnet se le fuera devuelto. Una mísera cantidad de dinero, pero aquí lo que tiene que quedar claro es que la poli es quien manda y te vas a joder yendo hasta la oficina de correos en ese MISMO momento si quieres que te devuelvan el carnet. Porque claro, si te paran y no lo tienes, otra multa. Recuerdo el año pasado que nos pasó lo mismo porque el Ultracatólico se equivocó en un semáforo. Se metió en el carril para girar cuando lo que queríamos era seguir recto. Toma retirada de carnet, peregrinación a la comisaría de policía y multa de 300 dinares (pero ipso facto!).

La mañana fue bastante dura a nivel programación. Un problema de lectura de datos me dio verdaderos quebraderos de cabeza durante horas. Por suerte la tarde transcurrió algo mejor y por fin pude ver cosas realmente funcionando. Normalmente me paso casi todo el día sola metida en un aula (la futura aula de educación a distancia) sin ventanas pero con una puerta que da directamente al exterior. Después de unas cuantas horas sentada en mi silla y sin ver la luz del sol, decidí salir a respirar un rato y tratar de despejar mi cabeza. Descubrí que el tiempo había empeorado bastante, estaba nublado y hacía algo de frío. El viento anunciaba tormenta.

Hoy finalmente pude acabar antes que ayer. Tan solo una jornada de 8 a 18:30. No ta mal, pero me sigue pareciendo un abuso teniendo en cuenta que no me pagan NADA extra.

Al volver al hotel, como era algo más temprano que ayer, decí retirarme a mis «aposentos» durante una hora para darme un baño y relajarme un rato. Pero la mala pata quiso que el plan B para no inundar el baño fracasara. Esta vez no acabé con el lago Ness, sino con todo un océano. Me despisté mientras llenaba la bañera y para cuando me di cuenta tenía un centímetro de agua en el suelo… Estresada intenté achicar lo que pude con toallas pero malgasté parte de mi hora libre con esta tarea, sudorosa, cansada y estresada. Mientras estaba ocupada con esta labor me suena el teléfono de la habitación. Cojo y una voz de mujer me pregunta si soy yo (por mi nombre, pero no apellido) y que si soy la española. Pues sí, ésa soy yo. A continuación dice algo que no logro entender (he conseguido entender el francés que se habla en Bélgica, buena parte del que se habla en Francia, pero el de Argelia ni p’atrás, y encima con esa manía que tienen de mezclarlo con el Árabe). Decidimos que no nos entendemos mutuamente y colgamos. Yo muy extrañada porque no sé ni quién ni porqué. Al momento me cae la gota de sudor pensando que pueda ser alguien de recepción porque en el piso de abajo han tenido goteras. Mi estrés va en aumento. Sigo secando el suelo. Ahora parece que ya sólo hay medio centímetro de agua, pero parece que esto no se va a secar nunca. Quedan 10 minutos para la hora en la que había quedado con el Ultracatólico. Decido meterme en la bañera para limpiarme el sudor y tratar de no pensar en nada aunque sea durante 5 minutos. Salgo de la bañera. Continúo achicando. El nivel de agua no baja de manera apreciable.

Me visto y salgo. Hablamos unos momentos en la habitación del Ultracatólico (es contigua a la mía) y salimos a cenar. El restaurante está en el quinto pino, hay policía por todas partes (as usual), hay que ir despacio porque hay multitud de controles (casi uno en cada cruce) y hay atasco. Al llegar descubro que la lluvia que cae realmente son enormes goterones. Se nota que Argel no está preparada para tanta agua. El terreno no drena bien y hay agua por todas partes. Me veo obligada a caminar de puntillas para no mojar el bajo de los pantalones. Las escaleras que dan al restaurante están justo en línea con el monumento a los mártires de la revolución, que se ve al fondo, presidiendo la panorámica de forma imponente y sobrecogedora.

El entrecot que pedí está algo más hecho de lo que esperaba. Se nota que todo contacto con la sangre es considerado como algo pecaminoso para los musulmanes. Normalmente los filetes aquí son delgados y están muy hechos hasta parecer suelas de zapato. Al menos han hecho un esfuerzo con el entrecot, y la carne es buena. La cena transcurre algo más tranquila que ayer, pero me entero de que el jefe viene mañana del desierto para una reunión. Vamos, para echarse a temblar.

Bueno, me voy a dormir. Son las 12:30 y mañana tengo que estar en pie a las 7, como de costumbre. Es tarde, pero hasta hace un rato tenía el entrecot como una presencia en el estómago. Le he propuesto al Ultracatólico el cenar algo más temprano mañana. Si no, este ritmo va a acabar conmigo.

Buenas noches a todos. «Largos días y placenteras noches».